Los trastornos de ansiedad han tenido un incremento de atenciones en Guayaquil, como consecuencia de los repetidos escenarios de violencia a los que se exponen los ciudadanos, sea como víctimas directas, testigos o por enterarse por medio de los videos que se viralizan en redes sociales.
La exposición a escenarios de delincuencia común, sicariatos, atentado con explosivos y otros eventos de violencia ha generado otros problemas colaterales en la salud mental, los que en algunos casos pueden ser imperceptibles. Ahora, actuaciones que se enmarcan en cuadros de ansiedad acompañan las rutinas de los guayaquileños.
Publicidad
Como consecuencia de la actual situación, las atenciones por cuadros de ansiedad han aumentado considerablemente, según datos del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia. Tan solo en este primer semestre del año, el número de atenciones ya alcanzó las cifras totales del 2022.
De enero a junio del 2023 van 4.500 atenciones por trastornos de ansiedad (con prevalencia en mujeres), en comparación con los 4.326 casos que se contabilizaron en todo el 2022.
Publicidad
Como testigos y afectados colaterales, las secuelas emocionales afectan a adultos y niños que en sus actividades cotidianas conviven con esos recuerdos y se mantienen en un estado de alerta por el temor de la repetición de los escenarios que les ha tocado ser partícipes.
Ese es el caso de ciudadanos como Javier, Susana y Monserrate, quienes han sido afectados y testigos de eventos de violencia que suman al menos 1.250 muertes violentas en lo que va del año en la denominada Zona 8, que comprende Guayaquil, Durán y Samborondón.
Desmembrados en Posorja: susto en población tras alto número de muertes violentas
Javier sufrió robo de su carro afuera de domicilio.
Este joven, de 31 años, suele observar reiteradamente el teléfono celular para monitorear las cámaras de seguridad de su vivienda a fin de conocer si están cerca personas ajenas o algún movimiento irregular tanto en el ingreso de su casa como en la calle aledaña a la entrada.
Esta práctica recurrente la adoptó a partir de los hechos delictivos que se dan a nivel general en la urbe y sobre todo por una experiencia personal. El año anterior, un automóvil de su propiedad fue robado afuera de su vivienda.
Frente a eso, además, él opta por llevar su automóvil a sus salidas únicamente cuando sabe que lo dejará en un parqueo seguro. Caso contrario, él opta por movilizarse en bus o taxi. Asimismo, cuando arriban allegados a su casa siempre está pendiente de los automóviles de quienes lleguen a visitarlo.
En un concierto reciente programado en el estadio Modelo, en el ingreso, en medio de un tumulto de gente también sufrió el robo de su teléfono celular; asimismo, su padre fue víctima de un secuestro exprés en el que se lo llevaron a un cajero a retirar alrededor de $ 300 y luego lo dejaron abandonado en Durán. Todo el mundo, te hayan o no robado, vive con cierta ansiedad”, comentó.
Susana, moradora del norte que teme por eventos violentos
Susana es una adulta mayor que solía asomarse en la ventana de una segunda planta para contemplar el anochecer en una ciudadela del norte de la urbe.
En una noche despejada de luna llena dos vehículos estaban en la parte baja de su casa mientras ella admiraba el cielo en un ambiente que era de aparente calma por la vista, sin embargo, eso se vio interrumpido cuando un hombre desde abajo se bajó de uno de los carros, le chifló, después mostró un arma y le indicó que se metiera a la casa.
En medio del susto, ella ingresó a su hogar y a los pocos segundos escuchó disparos. Luego se enteró de ’que afuera de su casa habían matado a una persona que estaba en el otro vehículo.
A partir de esa experiencia, esta mujer desistió de asomarse a la ventana, por temor a la escena que agobiaba su mente de manera repetitiva.
“Incluso ya no salía de la casa porque pensaba que como había logrado ver a la persona iban a tomar alguna represalia, eso también causó perturbaciones en el sueño”, dijo ella y agregó que ahora también sale a sus actividades personales con cierto temor de toparse con una circunstancia parecida o con el hombre que observó antes del crimen ocurrido afuera de su casa.
Monserrate, trabajadora que recorre sectores de Guayaquil y La Aurora
Hace varias semanas, ella se movilizaba en un bus público desde La Joya hacia el centro cuando sujetos cometieron un asalto a la altura de Pascuales, luego de pasar el puente Vicente Rocafuerte. En esa ocasión, ella estaba entretenida leyendo una revista, pero saltó del susto al escuchar la detonación que hizo un ladrón hacia la zona donde estaba el chofer, quien resultó ileso.
En ese episodio, ella pudo ver que los antisociales se llevaron las pertenencias de varios usuarios, pero a ella no le pidieron nada. Pese a eso, Monserrate como testigo de ese hecho se quedó con las imágenes y ruidos que eran recurrentes en sus sueños e incluso ante algún sonido inusual temía que pudiera tratarse de algo similar.
“Tuve miedo, como un mes no fui a La Joya, y ahora voy pero por Samborondón. Tenía mucho terror. más que todo me dejó traumada luego de presenciar el robo, donde le dispararon al chofer, se me quitaba el sueño y no podía dormir bien por varios meses. Ahora se me ha quitado (el problema), he pedido a Dios que me quite eso y orar, ya no veo casi noticias más que todo de noche para poder dormir”, contó.
En otra experiencia reciente, ella vivió un segundo caso en la calle Rumichaca cuando dos chicos con un revólver le quitaron la plata al chofer y a una joven en el trayecto hacia el norte, alrededor de las 15:00.
“Andaba con temor, me parecía que cuando me subía se iban a subir a disparar, pero poco a poco se ha ido yendo (ese miedo), también me parecía que alguien hacía una bulla y que ya eran los ladrones”, dijo.
Luego de estos episodios, conforme pasan las semanas, las imágenes de los eventos han dejado de afectar el sueño y sus actividades habituales. Además, al notar la presencia policial en calles y recorridos de patrullas, según ella, siente cierta calma. No obstante, ella adoptó mantenerse más atenta a su entorno para evitar situaciones de peligro. “Ahora no todos los días camino por el mismo lugar cuando voy llegando a casa, y siempre estoy pendiente, mirando al entorno”, comentó. (I)