La guayaquileña Pilar Solís, de 60 años, oraba de rodillas ante el altar de san Agustín, en la iglesia del mismo nombre, en el centro de Guayaquil. Ella unió las manos, finalizó su oración, se levantó lentamente para acercarse a recibir la bendición especial en la primera misa de acción de gracias que se celebró por el papa León XIV, en Guayaquil.