Se quiebran y lloran también con sus empleados. La angustia, la incertidumbre, las deudas, la inestabilidad económica y sanitaria los agobia y los mantiene en tensión, más aún, sostienen, con las nuevas medidas tomadas por las autoridades ecuatorianas como un cuarto estado de excepción en un año de pandemia, esta vez en 16 provincias y el cual incluye el denominado confinamiento focalizado, que entró en vigencia la noche del viernes 23 de abril ante un nuevo incremento acelerado de casos de COVID-19 y de sus variantes que atacan también a grupos prioritarios, según la justificación de los funcionarios nacionales.

A los trabajadores les atemoriza perder su única fuente de ingresos económicos. Unos ya pasaron por eso en abril del 2020 y no quieren revivir aquellos momentos porque “es duro no tener ni para comer” o “llegar a fin de mes sin un salario fijo y con deudas y necesidades que cubrir, y peor si uno se enferma”, cuentan, en ese orden, Sofía, de 28 años, y Andrés, de 36, dos jefes de hogar en sus familias que quedaron desempleados al inicio de la pandemia explosiva en Guayaquil, el año pasado. Meses después volvieron a encontrar trabajo, pero ahora temen “quedar en el aire”. Ella atiende en un local de venta de ropa en un centro comercial y él, en un restaurante de la Alborada. Para ambos, los fines de semana son los días en que más clientes reciben. Pero ahora no atenderán unos días por el nuevo confinamiento que es total durante cuatro fines de semana, desde las 20:00 del viernes hasta las 05:00 del lunes, y parcial de lunes a jueves, de 20:00 a 05:00. Y aquello los inquieta, exponen.

Un panorama similar al del confinamiento del año anterior se vive en sectores como el comercio y los servicios de alimentos y bebidas, como restaurantes.

A los dueños de negocios, empresas o firmas también los invade la ansiedad, ya que además de cerrar sus locales por unos días u horas tienen una “larga lista de pagos y deudas” que cubrir así no trabajen, pues además de mantener los empleos de su personal deben cancelar rubros mensuales fijos como las tarifas de servicios básicos (energía eléctrica, agua…), nómina, aportes al IESS por el seguro social de sus trabajadores, impuestos como los del SRI y las cuotas de créditos que tienen con diversas entidades bancarias, dado que hicieron préstamos para no cerrar o para reactivarse, además de arrastrar las pérdidas y gastos que les dejó la pandemia el 2020.

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A esto le suman las pérdidas por el estado de excepción y por las medidas que se adoptaron en meses pasados como en el feriado de Semana Santa, dicen dueños de negocios y representantes de cinco sectores productivos y de servicios, consultados por este Diario.

Unos 2.300 millones en ventas se perderían en este confinamiento; medidas para proteger la salud, la vida y la economía son vitales, sostiene Miguel González, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil

Solo en Guayaquil se perdieron $ 43 millones en ventas por las restricciones en las primeras tres semanas de abril, registra la Cámara de Comercio de Guayaquil. Las pérdidas en ventas por COVID-19 en Guayaquil llegan a los $ 6.779.

La pandemia le ha costado al sector productivo más de $ 30.000 millones de pérdidas en ventas en el periodo de marzo del 2020 a febrero del 2021, se agrega.

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Pero no solo el comercio es el único afectado. También está el sector del turismo, que incluye a hoteles o alojamientos, restaurantes y servicios de alimentos y bebidas, entre otros, donde el 25% de las empresas formales han cerrado y se han perdido más de 50.000 empleos directos en Ecuador durante esta pandemia, de acuerdo con los datos que manejan los gremios.

‘Si esto no mejora en un par de meses, no tenemos esperanza’, cuenta Pedro Serrano, presidente de la Asociación Hotelera del Guayas (Ahotegu)

Solo en el 2020, el sector turístico en el país tuvo pérdidas por más de $ 1.900 millones, sin contar los más de $ 2.500 millones que dejaron de vender en el 2020 en comparación con el 2019. Y todo es una cadena. Unos dependen de otros, como proveedores y hasta pequeños negocios locales.

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Para restaurantes y negocios, los días de mayor movimiento económico son los fines de semana. Ahí, por ejemplo, los locales de comidas venden un promedio entre el 60% y el 70% de su facturación total, cuentan. Y por horarios, la noche es la mejor, con el 75% de las ventas.

No hay vacunas, no hay reactivación, no hay solución; hay deudas y créditos impagos, dice Holbach Muñetón, de las Cámaras de Turismo del Ecuador

Y aunque para los negocios de comida y víveres hay ahora la posibilidad de vender a través de los servicios de delivery o entrega a domicilio, no todos cuentan con esta posibilidad. Y los que están registrados en aplicaciones sostienen que gran parte de “la ganancia” de esos días se va en los costos operativos y en lo que cobra la aplicación. Otros se ven obligados a contratar personal y vehículos para tener su propio servicio a casa, pero esto también representa otro rubro por cubrir.

Los negocios pequeños o las llamadas huecas tampoco suelen tener este servicio. Adicionalmente, según los entrevistados, deben buscar la forma de movilizar a sus trabajadores para que vayan a trabajar al local, pues no los incluyeron en el decreto ejecutivo como inicialmente sí estaban considerados en la propuesta del COE nacional, cuenta Francesca Ferrero, presidenta de la Asociación de Restaurantes del Guayas.

‘Me dicen: Jefa, tratemos de salvar los empleos’, cuenta Francesca Ferrero, de la Asociación de Restaurantes del Guayas, sobre la situación de su sector

Pero no solo las medidas actuales alteran la planificación y la estabilidad que buscan recuperar los sectores productivos. Las distintas acciones que desde las autoridades se han tomado a lo largo de la pandemia los lleva a vivir en esta incertidumbre, aseguran, y a no descartar, en unos casos, el cierre de más negocios.

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Esto, añade, porque se sienten directamente afectados, “castigados (el sector privado) por culpa de otros” y sin una solución real, donde se ataque el problema de fondo, como las aglomeraciones, la informalidad, las fiestas clandestinas…, que es donde se dan los contagios, además de mejorar el sistema de salud, los controles y de educar mejor a la ciudadanía, entre otros temas, aseguran los entrevistados, así como los representantes de otros gremios como Holbach Muñetón, presidente de la Federación de Cámaras de Turismo del Ecuador y del Guayas; Pedro Iván Serrano, presidente de la Asociación Hotelera del Guayas; Miguel Ángel González, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil; y Nicolás Romero Ordeñana, director del espacio Mercado del Río y miembro de asociaciones de restaurantes del Guayas.

El sector privado no pide subsidios, sino facilidades para salir de la tragedia y poder trabajar, cuenta Nicolás Romero, de Mercado del Río

Le suman la falta de apoyo por parte del Estado con políticas, acciones, compensaciones y otros temas que los ayude a reactivarse, además de un lento plan de vacunación donde tampoco se les permite ayudar y acceder, por ejemplo, a la compra de dosis para sus empleados (como aquellos que tienen contacto directo con el público) que les permita también continuar trabajando, así como las “malas decisiones” que se han tomado desde el Gobierno central, mencionan.

Algunos sectores incluso piden que las “deudas y obligaciones” entren también en cuarentena.

Aseguran que el sector privado y gremios productivos han realizado varias propuestas y planteamientos al Gobierno nacional, pero no han tenido éxito. Unas propuestas han sido acogidas por los gobiernos locales o municipios. Y agregan que seguirán en la lucha, prestos a ayudar también y “arrimando el hombro”, hasta que sus economías y endeudamientos lo permitan. (I)