Marzia Dalto, jefa de la suboficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), a cargo de la zona sur y de la costa ecuatoriana, excepto Esmeraldas, comenta que en los últimos años la tendencia de personas refugiadas y migrantes ha cambiado en Guayaquil.

Ella cuenta que la urbe porteña en años anteriores era frecuentada como un sitio de tránsito que las personas usaban para seguir su camino desde la frontera norte hacia el sur y cruzar a Perú. Sin embargo, en la actualidad, un buen número tiende a quedarse.

A propósito de la conmemoración del Día Mundial del Refugiado, que se recuerda el 20 de junio, la jefa de la suboficina de Acnur da detalles sobre las estrategias de atención y seguimiento que procura ofrecerles a los migrantes que han escogido a Ecuador como su nuevo sitio de residencia, tras desplazarse de sus países por distintos problemas o conflictos.

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Actualmente, Ecuador acoge a 72.229 personas bajo la condición de refugiados. Estos, en su mayoría, son de nacionalidad colombiana y principalmente se concentran en Guayaquil y Quito.

Luego de dos años de pandemia, la entidad en conjunto con otras organizaciones trabaja para realizar brigadas que puedan ayudar en el registro de personas que no han podido acceder al sistema de asilo, como en poblaciones del callejón andino, Machala y Manta.

¿En qué se concentra la ayuda de Acnur en los actuales momentos con las personas refugiadas que siguen llegando a Ecuador pese al cierre de la pandemia, cuando igual hubo movimiento en los pasos?

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El trabajo de Acnur es de apoyo a la sociedad civil e instituciones del Estado, para que estas personas refugiadas puedan encontrar protección en una ciudad acogedora como Guayaquil, que ofrece oportunidades. El trabajo del Acnur primero tiene que ver con el trabajo institucional con Cancillería, trabajamos de la mano con el Departamento de Protección Internacional para facilitar el acceso al sistema de asilo de personas refugiadas. Esto quiere decir para que estas personas puedan sacar cita, tengan acceso a una entrevista en que se evalúa la necesidad concreta y necesidad de protección y el tema de persecución y puedan recibir reconocimiento o no del estatus de la condición de refugiado en Ecuador por parte de las autoridades ecuatorianas. Luego trabajamos en apoyo de asistencia legal gratuita, esto se realiza con la Defensoría Pública y con el apoyo del Consejo Noruego para los refugiados; muchas veces la gente refugiada tiene problema de acceso a vivienda, situaciones de desalojo, sin acceso a documentación, es una necesidad de protección que requiere una asistencia legal como tal. Otra línea fuerte de intervención está enmarcada en la integración socioeconómica a través de protección comunitaria. Para Acnur, es fundamental trabajar con comunidades fuertes, reconstruir tejidos sociales que puedan ser acogedores, involucrar a las personas refugiadas que están en Guayaquil, esto permite tener una base para el fortalecimiento y construir un nuevo plan de vida en un país que no es familiar para los refugiados que vienen. Para ello trabajamos en tres barrios acogientes: en la isla Trinitaria, La Chala y Juan Montalvo, donde trabajamos muchísimo con las comunidades de acogida y las de refugiados, a través de trabajos de cohesión social, actividades recreativas, actividades de difusión de rutas de protección que muchas veces son desconocidas.

¿Solo en esos tres barrios principales o hay más?

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Hay estos barrios principales donde hemos preferido concentrar las intervenciones porque Guayaquil es una ciudad grande. Son tres comunidades priorizadas, aún hay muchas necesidades en otros sectores, para tener un impacto un poco más evidente y no atomizado como tal.

¿Por qué se seleccionaron estos tres barrios, hay una característica en particular?

Sí, para Acnur era importante cristalizar las intervenciones para tener un impacto en el tiempo más visible. Los criterios se basaron en concentración de población de interés, realizamos un diagnóstico y ejercicio de monitoreo de protección, donde en poco cruzamos cifras del Ministerio de Educación, mirando cuántos niños y adolescentes están inscritos en el sistema escolar, las cifras de Cancillería sobre personas refugiadas, y con esto identificamos estos barrios donde habría un interés por intervenir. También teníamos la idea de intervenir tanto en el centro, sur y norte de Guayaquil, donde había potencial para tener un proceso que tenga un impacto. Además estaba presente trabajando desde hace años el Comité Permanente de Derechos Humanos, con redes comunitarias de apoyo que permiten poder pensar en la construcción de una estrategia de protección efectiva.

Toda persona tiene derecho a buscar protección, ya sea en su país o en otro lugar

¿En qué otras líneas de trabajo se enfrascan con estos grupos?

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Una tercera línea fuerte de trabajo en Guayaquil, siendo una ciudad donde las personas tienden a quedarse con vocación de permanencia, es el tema de trabajo y medios de vida. Se trabaja con actores de desarrollo para facilitar la inclusión socioeconómica de personas refugiadas. En la práctica, trabajamos de la mano, por ejemplo, con Corpei para sensibilizar el sector privado en la inclusión de personas refugiadas y migrantes en el ámbito laboral. Esto se realiza con capacitaciones en el sector privado porque muchas veces los emprendedores no saben cómo contactar a una persona refugiada, obviamente tienen el interés de contratar al mejor perfil, más allá de su nacionalidad y su estatus legal, pero a veces hay como limitaciones sobre cómo realizar una contratación de una persona refugiada. Entonces, de la mano con el Ministerio del Trabajo y Corpei sensibilizamos para conocer en la práctica cómo se realiza el reclutamiento, digamos la contratación de personas refugiadas. De la misma forma, Corpei tiene una bolsa de trabajo que permite encontrar el perfil adecuado que la empresa busca, facilitamos este match entre oferta y demanda, para facilitar esta inclusión. Otro aspecto importante es la iniciativa de empresas con personas refugiadas, que es una iniciativa lanzada en el marco del Pacto Global Red Ecuador, que recientemente ha lanzado Sello de Inclusión, que es un reconocimiento de las empresas de Guayaquil y el resto de Ecuador puede recibir si cumple con determinados requisitos o estándares de inclusión. En tema de medio de vida, además, con Corpei trabajamos muchísimo con mujeres emprendedoras, a través de Girls in Tech y el socio HIAS, que nos ayudan a capacitar a un grupo de mujeres que tengan el potencial de emprendimiento con pequeños capitales semillas y una serie de capacitaciones sobre marketing digital, habilidades blandas, ventas online, y estas capacidades permiten a ellas lanzar su modelo de negocio y ojalá seguir en la sostenibilidad sin quebrar al poco tiempo. También se trabaja en términos de género con este grupo, lo estamos realizando con distintos grupos. Otra experiencia bien interesante es el trabajo que se da con Épico, hay una carta de entendimiento entre Acnur y la Alcaldía de Guayaquil para trabajar de la mano en esta ciudad incluyente, que permite la inclusión socioeconómica de personas refugiadas. Identificamos personas refugiadas que se pueden sumar a diferentes capacitaciones que realiza Épico y ser incluyente en este sentido y dar la misma oportunidad tanto a la población local como a la refugiada.

Punto informativo y orientación se instaló en la terminal terrestre de Guayaquil para guiar a los migrantes que arriban a la ciudad. Foto: El Universo

En estas estrategias se han ido detallando varias de sus acciones, ¿qué problemas han detectado, a su vez, que los migrantes presentan a su arribo al país?

Las necesidades principales tienen que ver con la protección física, protección legal y documentación. A veces una persona que huye de su país necesita estar en un hogar, un espacio seguro, a veces también la gente persecutora puede estar en el país de acogida, por eso es importante que no haya contacto con esta gente. La respuesta en albergues que mencionaba es una respuesta para asegurar esta protección a las personas refugiadas en Guayaquil. La protección legal y el acceso a documentos son otras barreras que es importante orientar para que las personas puedan vivir e integrarse de manera más fácil. También está el tema de acceso a la escuela, es importante para niños y adolescentes poder contar con un sistema educativo inclusivo como es el de Ecuador. En relación con otros contextos de refugio, Ecuador es más fácil porque el idioma es igual, en otros países hay barreras por el idioma. Acá es más fácil. También porque no hay discriminación en términos de acceso a escuelas, eso les permite integrarse al sistema educativo. Acnur también ha apoyado en una estrategia llamada Respirando Inclusión, que trabaja en el tema de evitar discriminación en distintos sentidos en ambientes escolares.

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Ha dicho que Ecuador es inclusivo, se podría decir que este país es acogiente y no discriminatorio hacia el refugiado. ¿Ven a la sociedad ecuatoriana como un país abierto a recibir?

Ecuador definitivamente es un país acogiente en términos de personas refugiadas. De hecho, históricamente, en Latinoamérica y el Caribe es el primer país por número de personas refugiadas reconocidas. Esto se debe un poco al tema del conflicto armado colombiano y la cercanía con Ecuador, por lo cual el registro de personas ha comenzado en los años 80 y hasta hoy según el Gobierno de Ecuador, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, 72.000 personas refugiadas están reconocidas en Ecuador. Por ende, definitivamente, es un país siempre muy generoso. De estas personas, la mayoría son colombianas y son hombres. Es importante pensar en personas de interés del Acnur, no solamente personas refugiadas, sino personas solicitantes de asilo que han empezado el proceso de la condición de refugiado, pero su trámite sigue en proceso, además de las personas apátridas, desplazadas y también los migrantes. Considerando esta población de interés hay que considerar un estimado de 570.000 personas de interés, que están actualmente en Ecuador, de acuerdo a las cifras del Grupo de Trabajo para Personas Refugiadas y Migrantes, que es un grupo de coordinación de los diferentes actores humanitarios en Ecuador que monitorean esta situación. De estas 570.000 personas de interés que están en Ecuador, hay que mencionar que Guayaquil es la segunda ciudad después de Quito con mayor número de residentes.

¿A qué se debe eso?

En general, las personas venezolanas tienden a asentarse más en la Costa que en la Sierra o eje andino. Esto puede responder a afinidades culturales o a la mayor facilidad de inclusión. La mayoría de personas de interés están asentadas en la Costa porque la primera es Quito, luego Guayaquil, la tercera es Manta, en Manabí.

¿Cuántos están en ese trámite de que han pedido la condición de refugiado en el país?

La cifra más actualizada hasta marzo de este año es más de 2.000 solicitudes en proceso, que todavía su condición no se ha definido en el país.

¿Estos pedidos son principalmente de Colombia y Venezuela?

Sí, principalmente.

¿Qué tan importante es para estas personas poder ser reconocidas como personas refugiadas?

Esto permite tener un estatus legal en Ecuador, estar de forma regular en el país con el visado, a raíz del reconocimiento de la condición de refugiado hay acceso al trabajo como cualquier ecuatoriano; entonces, es más fácil tener acceso a un espacio inclusivo a través de este proceso.

¿Dentro de los proyectos hay iniciativas para motivar el emprendimiento, qué logros se han alcanzado con las personas migrantes con Acnur, en conjunto con otras organizaciones?

En términos de medios de vida, los logros principales tienen que ver con la forma espontánea que tiene la persona ecuatoriana en querer brindar la oportunidad a diferentes personas y ganar de la competitividad de los mejores perfiles que puedan reclutar. Otro logro tiene que ver con algunos emprendimientos que han podido seguir adelante, aunque el contexto a veces es complicado porque faltan las redes de apoyo que uno puede tener en su país de origen. Existen algunos casos de personas que han podido armar su propia tienda y vender, e incluso ofrecer el trabajo a personas ecuatorianas.

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¿Cómo se da el trabajo en esa estrategia de medios de vida?

Es un proceso, no es un trabajo como una asistencia humanitaria que entrega el kit y tiene un número de beneficiarios. Comienza con trabajo de apoyo comunitario, trabajo psicológico para que la persona pueda estar estabilizada y luego cuando su autoestima esté en nivel suficiente para que pueda lanzarse en su emprendimiento. No es cuestión de un año, es una intervención multianual.

¿Qué retos aún quedan por seguir trabajando en la sociedad ecuatoriana o entidades locales para facilitar la integración de las personas que vienen en busca de refugio?

Este proceso de inclusión económica es el tema principal, porque es un reto no solo para la persona refugiada y migrantes, sino también para las personas locales, la comunidad de acogida. Es como un desafío para todo el mundo, pero aun más para las personas refugiadas y migrantes porque no tienen las mismas oportunidades. Es importante brindar las mismas oportunidades a las personas refugiadas, migrantes y personas ecuatorianas para que puedan competir y tengan acceso a la inclusión socioeconómica.

Usted dice que Guayaquil ya no es una ciudad de tránsito, sino que ahora es acogiente. ¿Por qué ya no solo es de tránsito sino que se la escoge para quedarse por los refugiados, que en la mayoría de casos son bien recibidos?

Esto se debe a factores externos al Ecuador, a una arquitectura regional que tiene sus propias dinámicas y tiene un impacto. Las fronteras estaban cerradas por efecto del COVID-19 hasta el año pasado e igual las personas, en particular venezolanas, buscaban opciones en países como Perú, Chile, pero esta dinámica ha cambiado porque ahora Perú y Chile no siempre son opciones para personas refugiadas y migrantes porque no siempre hay espacios de trabajo, inclusión socioeconómica. Por ejemplo, en Chile afecta también el tema del clima, ahora que estamos en invierno hay menos oportunidades, entonces prefieren buscar opciones en otros países como Ecuador, en Guayaquil, que es una ciudad grande. Asimismo, Perú es como el primer destino, por ende los migrantes y refugiados buscan alternativas y Ecuador se ha vuelto una de las opciones.

Ahí viene el papel de ustedes, como Acnur, de ayudarles a su arribo cuando no conocen información del movimiento de Guayaquil y las líneas de apoyo en caso de necesitarlo.

El papel de Acnur es siempre de apoyo a la sociedad civil e instituciones del Estado para que la respuesta de protección sea efectiva. Esto empieza con poder tener acceso a la información porque sin información no conocen las personas que llegan sobre cómo orientarse. Así que como mencionaba el primer punto de información y orientación queda en el terminal terrestre y luego en los centros comunitarios donde trabajamos, y en los barrios acogientes se difunde la información. Estos centros son espacios dinámicos donde se realizan actividades recreativas, se brinda información y se trabaja mucho con líderes defensores y defensoras de derechos humanos que permitan difundir y replicar la información. Al mismo tiempo, hay trabajo fuerte de cohesión socioeconómica entre comunidades de acogida, los vecinos digamos que son las personas con los cuales se relacionan cada día y donde hay la acogida de verdad.

¿Se ha dado algún cambio de tendencias con mayor cantidad de pedidos o ha disminuido por la pandemia?

En el tema de confinamiento, a veces por el encierro no permitía a las personas interesadas sacar una cita para pedir asilo o la información no se difundía a nivel comunitario, incluso si las fronteras estaban cerradas las personas llegaban porque tenían una necesidad de protección. Entonces, creería que es probable que el número ha bajado porque hubo menor difusión de información por la pandemia, con lo cual con Protección Internacional estamos trabajando de la mano a nivel nacional para realizar brigadas porque hay un rezago de personas, sobre todo en el eje andino y en la zona de competencia del sur, en Machala y Manta. Nos interesa poder llegar a estas personas que no han podido acceder al sistema de asilo a causa de la pandemia porque no conocían, o porque también les queda lejos el Departamento de Protección Internacional, que está en Guayaquil. Definitivamente la pandemia atrasó. (I)