Guayaquil sumará 8.000 árboles en diciembre, y con ello alcanzará 28.000 especies sembradas en los últimos tres años; ambientalistas consideran que esa cifra es ‘insuficiente’

En los últimos tres años, el Municipio de Guayaquil ha sembrado 14.000 árboles en ocho zonas protegidas y 6.000 en áreas urbanas de la ciudad. A estas 20.000 unidades se sumarán, según un comunicado del cabildo, otras 8.000 en diciembre. Con ello, la urbe porteña alcanzará un total de 28.000 nuevos árboles durante la administración de la alcaldesa Cynthia Viteri.“Necesitamos incrementar los árboles en Guayaquil para poder mitigar la crisis climática que estamos enfrentando a nivel mundial. Pero hay que hacerlo con un criterio técnico, que es lo que estamos haciendo”, sostiene María Fernanda Rumbea, directora de Ambiente y Preservación de Áreas Verdes del cabildo.No obstante, ambientalistas coinciden en que esta cifra es “poco e insuficiente”. Xavier Salgado, especialista en agroecología, considera que “no abastece la gran demanda (de árboles por) la contaminación ambiental que tiene la ciudad; no solo por el crecimiento de automotores, sino también por otros tipos de contaminantes, como industriales, la quema de basura y otros, que están volviendo a Guayaquil una urbe más caliente”. En 2019, el experto Guillermo Peñalosa, quien ese año visitó la ciudad y asesoró al cabildo con apoyo del Banco de Desarrollo de América Latina, afirmó estar sorprendido porque la urbe tenía 66.000 árboles, sin contar con los bosques, cuando debería poseer unos 500.000.Sin embargo, la ciudad está lejos de llegar a esa meta. Guayaquil llegaría a tener a fines de este año 115.898 árboles en la zona urbana, cifra que incluye los 101.898 censados en 2019 (67.505 árboles, 31.608 palmeras y 2.785 tocones y marras). Los 8.000 nuevos árboles que se plantarán en diciembre incluyen aromos, algarrobos, robles, caobas, Fernán Sánchez, guayacanes negros y amarillos, muyuyos, tecomas, laureles, samancillos, entre otros. Los sembrarán en las vías a la costa, Perimetral, 25 de Julio, Francisco de Orellana, Mariana Argudo, Clemente Huerta, así como en los sectores de Mi Lote y Mucho Lote, entre otros puntos, por un monto que bordea los $ 653.000.Con estos nuevos “pulmones”, el cabildo busca “aumentar la cobertura arbórea como atenuador de los efectos del cambio climático, creando microclimas agradables, regulando la climatología (temperaturas, vientos, ensombramiento y humedad en verano), contribuyendo a reducir el calentamiento global del planeta y de la ciudad”, apunta la directora municipal.Sin embargo, el experto ambiental Walter Bustos considera que “quizá como adorno urbano tenga algo de sentido, pero como estrategia de cambio climático no”. Lo asegura porque —explica— la arborización ayudará al paisaje urbano, dará sombra y generará menor temperatura bajo el árbol; pero, al no estar sobre una superficie amplia, como un parque de bosque, no cumplirá la función ecológica de empezar a “enfriar” la ciudad.El especialista Salgado advierte, además, que hay que priorizar la siembra en los sitios considerados “calientes”, donde hay déficit de cobertura vegetal, y dar a los árboles un adecuado mantenimiento: “Deben tener un manejo de plaga, cuidado de riego constante, abono que permita fortalecer en la etapa inicial; porque, si no, no sobrevivirán”. En los bosques secos y áreas protegidas tampoco se debe descuidar, ya que —explica— si no hay un correcto riego y retiro de maleza en la época seca, existe el riesgo de que mueran.Salgado opina que el cabildo está fallando en estos cuidados del ciclo de la vida del árbol. Pone de ejemplo la poda de la copa “sin técnica”, que en ocasiones termina mutilando los árboles, y el control de plagas sin las seguridades: “A veces retiran árboles enfermos de un parque y los trasladan en baldes de camiones; pero la (plaga de la) cochinilla se esparce con el aire a otros sanos que, si no tienen esta fortaleza o protección para combatir esta plaga, se enferman y van a morir”.Los árboles equilibran el ecosistema natural dentro de la ciudad, explica el experto, y agrega que, además de captar el dióxido de carbono y dar oxígeno, almacenan agua en la época de lluvias y la distribuyen por las aguas subterráneas para alimentar el suelo para los árboles en la época seca, y esa agua llega hasta las cuencas hídricas, cumpliendo una función multisistémica.Por ello, y para reducir los efectos del cambio climático en la urbe, el ambientalista Walter Bustos recomienda crear bosques funcionales que recuperen biodiversidad, ayuden al sostenimiento de suelos, enfríen y ayuden a estabilizar los microclimas que se generan en Guayaquil, así como “cinturones” de bosque alrededor de la ciudad, regenerar espacios verdes, un sistema de áreas protegidas municipales y una reserva de biósfera en el golfo de Guayaquil.A esto, el experto Xavier Salgado añade otras sugerencias: administrar recursos naturales de una manera sustentable y sostenible, impulsar la siembra de árboles y dar educación ambiental. Mientras que en casa y las oficinas, según coinciden los especialistas, se debe trabajar en el reciclaje y en la correcta disposición de los desechos, lo que también —plantean— debería hacer la concesionaria a cargo de la recolección de basura, para transformar la materia orgánica en gas o en abono.En tanto, el Municipio asegura que trabaja con la protección y manejo de los bosques protectores Bosqueira y Cerro Paraíso para conservar la fauna y flora, que están —apunta— “altamente amenazadas”, así como en un proyecto de agricultura sostenible en la zona de Los Pinos, que colinda con Bosqueira, para contribuir con el cuidado de las cuencas hídricas.También, señala la institución, ejecutan programas de sensibilización ambiental sobre la importancia del reciclaje, con talleres en planteles y urbanizaciones de la vía a la costa; el cuidado del estero Salado con los ecoclubs Amiguitos del Océano y Amiguitos del Estero; y el manejo del arbolado urbano. Además, están implementando insectarios para la reproducción de mariquitas, que actúan como controladores biológicos frente a la llaga de la cochinilla.Esta plaga ha infectado 3.000 árboles, según la Dirección de Ambiente. La mayoría, 2.700, respondió a los tratamientos fitosanitarios, y 300 están en estado necrótico, por lo que —según el cabildo— serán retirados y remplazados por otras especies nativas. (I)

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