El trabajo sacrificado de los profesionales de la salud fue reconocido el pasado viernes por el Municipio de Guayaquil. Se les otorgó un certificado de honor por su trabajo directo con pacientes COVID-19 a 160 profesionales de la salud, entre médicos, enfermeras y auxiliares. Ellos coinciden en que ha sido un proceso duro tanto profesional como personal, aquí seis historias:

‘Doy mi vida, mi salud, por mantener a mi familia, soy el pilar económico de mi hogar’

Carlos Beltrán, analista de estadística del Hospital Bicentenario

“Tuve temor de entrar a trabajar en plena crisis sanitaria, pero me empujó el desempleo, yo soy doble pilar de hogar, uno de mi mamá y de mis hermanos menores. Y otro de mi hijo, yo tengo su custodia, soy padre soltero, separado de la mamá. Al iniciar la pandemia, mi familia se quedó sin empleo y hubo esta propuesta para entrar al Municipio, y dije: tomo esta rienda, doy mi vida, mi salud, para mantener a mi familia porque era complicado, todo se gastaba, los precios aumentados incluso, mantener un bebé de un año es costoso. Tomé la responsabilidad de trabajar, de servir, fue complicado, pero entré por mi familia y con valor a salvar vidas, de poder ayudar pese al temor que todos sentimos en esos momentos. Todos fuimos de viaje, un mes atendiendo pacientes en Quito, luego en el cantón Sucre, en Manabí; Ambato, Cuenca y otros sitios. Empecé en el Centro de Convenciones desde abril y luego al Hospital Bicentenario, yo manejo los archivos de estadística, analista.

‘Mi abuelito murió por COVID-19, no me pude despedir, ahora yo soy la que hago las videollamadas para que se mantenga en contacto con su familia’

Fernanda León, auxiliar operativa del Hospital Bicentenario

“Para mí ver morir a mi abuelito por videollamada, sin recibir ayuda, fue lo peor. No poder ayudarlo porque no había nada de insumos donde él estaba, lo vi agonizar. Esto fue días antes de entrar al Municipio. Yo todo eso tengo presente, yo no quiero que los pacientes pasen este dolor tan grande, pese a que estaba con el luto de mi abuelito y e iba a enfrentarme a la misma enfermedad que a él le quitó la vida, asumí el reto, con mucho dolor porque ver a los pacientes era ver a mi abuelo. Siempre di la mejor atención, incluso yo los he ayudado a que se conecten, ahora soy la encargada de las videollamadas en el Hospital Bicentenario. Yo les hago el contacto con sus familiares todos los días. En el Bicentenario nos enfocamos en el trato humanizado y realizamos la visita de los pacientes. Recuerdo que yo me inicié el 22 de abril en el Centro de Convenciones como auxiliar de enfermería, entré en toda la crisis sanitaria, una situación caótica, pero fuimos saliendo adelante. Luego pasamos como tres meses viajando en algunas ciudades, después pasamos al Hospital Bicentenario. Para mí es muy satisfactorio poder ayudar a mis pacientes, aunque mantengo mucho cuidado con mi familia”, contó.

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‘Todos nos dimos ánimos, pese al temor de la enfermedad, nos cuidábamos mucho, yo uso tres mascarillas’

Mirella Bustos Moreira, médica-jefa de la Unidad de Salud 26, en el Guasmo sur, de 65 años

“Para mí lo más complicado fue ver tantas personas atravesar por esta situación, día a día sin descanso, porque este es nuestro deber y lo hacemos con mucho agrado. También ver muchos amigos y colegas que se nos han ido, esto fue terrible. Todos en un momento determinado hemos sentido temor, pero hemos tomado valor, confiado en el equipo de salud, dándonos ánimos y cuidándonos para que sigamos en la lucha. Yo desde el inicio de la pandemia uso tres mascarillas, más los otros elementos de bioseguridad. Solo hoy por el acto tengo las mascarillas nada más, pero de ahí siempre, desde el primer momento, tomé muchas precauciones y aunque nos dio temor, hemos seguido atendiendo a cada uno de los enfermos que llegan hasta ese sitio”.

‘Mis abuelitos me criaron, y yo ahora pude salvarles la vida en el Bicentenario’

Álex Ronquillo, médico de UCI del Hospital Bicentenario

“Yo vivo con mis abuelitos, ellos me criaron y tuve mucho miedo contagiarlos, tomé todas las medidas posibles, incluso me instalé en un cuarto independiente para evitar contagiarlos, pero se contagiaron porque mi abuelita salió. Tuvimos que llevarlos al Bicentenario, el equipo médico lo asistió con mucha dedicación, yo también los revisaba, tuve la oportunidad de cuidarlos, de darles ánimo y estar cerca de ellos en todo momento. Gracias a Dios se recuperaron y regresaron a casa. Por eso que en cada paciente veo esas historias, esa esperanza que tienen en volver, es duro porque muchas veces, por más esfuerzos que uno haga, no se los logra salvar, a nosotros nos duele también, pero hay otros casos que nos devuelven la esperanza y alegría cuando intubamos a un paciente, vemos que se recupera, es la mejor noticia para nosotros, vemos muchas familias enteras que confían en nuestro trabajo y a veces ellos rechazan los cupos para otros hospitales por quedarse en el Bicentenario por el trato humanizado y personalizado que se les da, hay que tener mucho compromiso, vigilancia con cada uno”, explicó.

‘Fue caótico atender a cientos de enfermos en la Unidad Móvil del Guasmo, pero salvamos muchas vidas’

Emi Kaneko, doctora unidad móvil municipal

“Hubo muchos sentimientos encontrados, mi familia se puso indispuesta, también le dio COVID-19, y estar atentos a su recuperación y también atendiendo pacientes el resto del día. Recuerdo que yo estaba en la Unidad Móvil del Guasmo sur. Y como estaba colapsado el hospital del Guasmo sur. Llegaban decenas de personas enfermas, fue caótico, yo solo estaba con mi auxiliar porque el otro personal fue a otros sitios a atender a más personas, y recuerdo que solo las dos tratábamos de atender a todos los que llegaban. Tengo una satisfacción muy grande de haber extendido la mano a todas esas familias que estaban desesperadas, enfermas en la crisis sanitaria. Muchos no resistieron, lamentablemente fallecieron, pero otros sí pudieron salir adelante, pudimos salvarlo con la asistencia municipal. Lo que me queda de aprendizaje de esta pandemia es que siempre debemos sacar nuestro lado más humano, poder ayudar a quien lo necesite”.

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‘Temo contagiar a mis hijos y a mis padres, por eso vivo sola desde que se inició la pandemia’

Denisse Navas, coordinadora de enfermería del Hospital Bicentenario

“La pandemia aún continúa y nos sigue golpeando como sociedad. Para mí lo más duro a nivel profesional y personal es ver al paciente sufriendo, requiriendo oxígeno, y no le abastece en algunos casos, ver al familiar que también se desespera y hay ocasiones en que uno no puede ayudarlos por las circunstancias propias de la enfermedad. Pese a eso, los atendemos con esmero, trato humanizado y hemos salvado muchas vidas. Otro sacrificio que realizo para seguir atendiendo en el hospital es que me separé de mi familia, ya no vivo con ellos por el temor de contagiarlos, yo vivo sola y veo a mis dos hijos cada quince días, es muy complicado y doloroso para mí estar lejos de ellos, jamás había estado en esta situación, pero me da mucho temor esta enfermedad, yo prefiero que ellos estén sanos, no quiero exponerlos ni a mis padres; mi mami tiene 75 años y mi papi 76, no quiero que a ellos me les pase algo malo y por eso prefiero evitar el contacto por el momento”, comentó. (I)