Jazmín Solís

Los gritos de un paciente por las noches en una sala de hospitalización COVID-19 desesperan y aturden a los demás. Este comportamiento es frecuente en enfermos con estrés postraumático causado por el virus. Y es que este mal no solo afecta de gravedad a nivel físico, el tema psicológico es otro punto importante que día a día tratan especialistas, incluido el personal de salud que también se ve muy afectado.

Especialistas de Guayaquil explican que hay trastornos depresivos, de ansiedad y del sueño que se ven de forma reiterada en pacientes que tuvieron COVID-19 y en médicos y enfermeras lo que se diagnostica como burnout, que de su traducción del inglés significa “quemado”.

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José Farhat Galarza, médico psiquiatra del hospital Luis Vernaza, comentó que él debe acudir de interconsulta a la sala donde están los pacientes COVID-19 que padecen de estrés postraumático. “Muchas veces los propios pacientes nos dicen: ‘Por favor, atiéndalo a él o a ella porque si ellos no pueden dormir, nosotros tampoco, nos angustiamos más’”, contó el especialista.

Él explicó tiene dos pacientes por día por medio de atención en salas de hospitalización y por consulta externa recibe unos diez diarios.

Agregó que a nivel de profesionales de la salud también se vive un estrés laboral muy grande ante la demanda de atención por COVID-19. “Hay una angustia existencial de los médicos que quieren curar al paciente, pero en algunos no se puede. También hay agotamiento físico y decepción de lo que pasa en el país, que no se toman los cuidados y los casos van en aumento”, comentó el especialista que asiste hasta tres profesionales de la salud por día debido al burnout.

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El médico intensivista José Salvatierra, coordinador de UCI del Luis Vernaza, comentó que existe gran preocupación porque las camas están al tope, ni bien se desocupa una por la misma se llena, y que muchas personas los llaman para tratar de conseguir camas. “Yo recibo unas diez llamadas al día por el tema de cama, me dicen ‘yo pago lo que sea’, pero no es tema de dinero, es que no hay, es muy preocupante porque uno quiere ayudar y no puede porque todas están ocupadas”, explicó el doctor.

Añadió que el personal de salud también tiene cansancio físico ya que trabajan en más de dos clínicas u hospitales, desde las 08:00 hasta las 23:00, incluido fin de semana, y están cansados.

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Dijo que los pacientes que llegan a UCI son cada vez más jóvenes y con obesidad. “Vienen con daños pulmonares, con mucha necesidad de oxígeno que tenemos que conectarlos directamente. También vienen con mucha automedicación, me tocó ingresar a una jovencita de 25 años que tomó mucha medicación y que no fue necesariamente por el COVID-19 que la internamos sino por una dolencia abdominal, no deberían automedicarse”, alertó el especialista del Luis Vernaza.

Su colega, el médico intensivista Alberto Campodónico, de la UCI COVID-19 del hospital clínica Kennedy Alborada, explicó que hay mucha desesperación en los pacientes ya que viven solos la enfermedad, que si se descompensan no tienen a su familia al lado, está prohibida la visita.

Dijo que hay pacientes que sueñan que mueren, otros que no pueden conciliar el sueño ya que hay luces, sonidos de las máquinas que les impiden descansar.

“Una de las cosas más tristes es que si fallecen, pues embalan el cuerpo, su familia no lo puede ver, lo llevan a enterrar y es por eso que muchas personas prefieren no ingresar al hospital, porque muchos no los volverán a ver”, lamentó el doctor.

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Según la Mesa Técnica de Salud de Guayaquil, se reporta que hay más de doce fallecidos diarios por COVID-19 en la urbe. Médicos de diferentes hospitales estiman que son más, ya que muchas veces mueren por otras complicaciones o en sus casas. (I)