Escenarios de robo de accesorios de vehículos, asaltos a mano armada a estudiantes, malhechores que usaban el campus para esconderse de agentes policiales, atentados explosivos e incluso abusos sexuales eran parte de los escenarios negativos con los que convivía la comunidad en la Universidad de Guayaquil, la más grande del país por su población estudiantil.
A partir del retorno a la presencialidad, en época pospandémica, autoridades avanzaron y finiquitaron un plan de seguridad que incluye la construcción de seis accesos vehiculares y ocho peatonales, además de instalación de un sistema de circuito cerrado con 278 cámaras de videovigilancia e ingreso con tarjeta personal de cada miembro de la comunidad educativa.
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Ahora, la población de estudiantes que llegan de distintos sectores de la urbe y cantones de provincias puede tener un ambiente con mayores resguardos, en medio del auge delictivo con el que convive esta ciudad.
Este plan contempló la puesta de garitas de seguridad, control vehicular y peatonal permanente, e ingreso monitoreado con tarjetas magnéticas.
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Dentro de las implementaciones existen 144 agentes privados y además 110 de seguridad de la propia de la universidad. Todas estas cámaras se encuentran revisadas durante las 24 horas desde un centro de monitoreo, que tiene tres turnos permanentes.
El gerente administrativo de la Universidad de Guayaquil, Rodrigo Medina, quien asumió el puesto en julio de 2021, resaltó que este plan ha generado un cambio “drástico” en comparación con los escenarios constantes de novedades de distinta índole que se daban antes de pandemia.
“El tema de seguridad era el pan de cada día, y ahora (los incidentes) se han reducido a cero. El estudiante cuando llega adentro siente que está seguro”, sostuvo.
La decana de la Facultad de Ciencias Administrativas, Janeth Bonilla, al retirarse de una reunión y dirigirse a un estacionamiento, calificó la seguridad interna con 10/10 con relación a anteriores periodos, cuando había novedades, incluyendo el robo de un automóvil que sufrió un primo de ella cuando eran estudiantes.
Con el escenario de violencia que vive la urbe, ella consideró que este campus puede volverse un ejemplo a replicar por parte de otras entidades educativas e institutos superiores en materia de controles.
Ella consideró que ahora se convive con un ambiente de mayor tranquilidad. El mediodía del viernes anterior, ella realizaba una llamada telefónica con su teléfono celular en uno de los patios, sin temor a que un antisocial apareciera para llevárselo.
“Antes entraba toda clase de personas, que incluso venían robando de afuera, y entraban a quererse esconder. Robaban vehículos, afectaban incluso a estudiantes; la inseguridad era de tener miedo. Ahora, gracias a la gestión del rector, de mantener y mejorar el sistema de seguridad, toda la comunidad nos sentimos tranquilos, en paz”, explicó la decana.
Para el futuro, Medina dijo que se busca seguir trabajando en planes de seguridad frente a posibles nuevos riesgos de instalaciones y estudiantes. Se tiene en análisis una futura renovación de cámaras con reconocimiento facial y con adelantos tecnológicos para la prevención de delitos.
Entre los estudiantes también hay esa percepción de una mayor seguridad y tranquilidad en su desenvolvimiento diario, tanto en áreas abiertas como en aulas, en el campus.
La alumna Angie Muñoz, de Odontología, agregó que ha conocido de otras entidades y universidades donde solo se presenta una credencial que puede ser falsificada y no se dan mayores controles. En ese sentido, apuntó que se nota en la universidad una mayor rigurosidad en las verificaciones.
“En caso de que no tengas la credencial, te revisan si estás matriculado y te preguntan datos para corroborar”, expuso la joven.
Además, apuntó que se podría implementar iluminación en el perímetro exterior, cuya cobertura de seguridad corresponde a Policía. ”Dentro de la universidad no he tenido mayores problemas; se siente más seguro”, precisó.
Lizbeth García, del cuarto semestre de Psicología, expuso que puede andar con tranquilidad con dispositivos en mano sin tener temor a sufrir asaltos de gente extraña en el campus.
Agregó que, en caso de alguna alerta, con las cámaras instaladas en zonas exteriores e interiores se puede dar una activación de protocolos y seguimiento para dar con la persona responsable de algún evento.
“Antes que se pusieran las entradas no se podía sacar celular, porque ingresaba gente que robaba. Eso hace que nos sintamos más seguros y, si llega a suceder algo, sabemos que son gente que está dentro”, dijo.
Ella también coincidió con otros estudiantes en que la Policía debería estar más atenta con rondas y presencia en la av. Delta, por alertas de robos presentadas a estudiantes que ingresan o salen del campus.
Cristian Sánchez, estudiante de Ingeniería Química, indicó que gracias al proyecto se nota un mayor orden en el ingreso, puesto que antes se daba sin mayor control.
“A veces el guardia también revisa que quien ingresa sea el que lleva la tarjeta o no”, resaltó el universitario, quien añadió que también se puede promover evitar que se preste en ciertas ocasiones la tarjeta entre alumnos para mantener el ambiente restringido a personas ajenas.
Frente a robos que se puedan presentar en las zonas exteriores, el director indicó que se hace monitoreo de luminarias con desperfectos para que se realicen cambios para evitar que se den problemas de oscuridad en la zona y además alertar a la Policía en caso de sospechas de actividades inusuales.
En coordinación con la Policía, con base en cámaras propias y de Segura EP, el gerente administrativo expuso que también se dan labores de alerta sobre novedades que ocurran en la zona exterior, tanto de la av. Delta como de la av. Kennedy.
“Si se percibe una situación, se comunica. Ellos pasan rondas. Además, por ciertas percepciones se comunica, y hay elementos de inteligencia que ingresan y hacen sus inspecciones cuando hay sospechas de algo”, enfatizó.
Mejora de ornato y orden
En paralelo, la universidad convive con un escenario de cambio en su imagen y mejor ornato en corredores y estacionamientos. Varios espacios que eran tomados por comerciantes informales han desaparecido, y de igual forma los estacionamientos tomados por personas particulares.
En las áreas de estacionamientos había espacios disponibles durante el mediodía del viernes anterior. No había presencia de los cuidadores de carros que anteriormente incluso reservaban espacios con conos y exigían pagos.
Mientras, en los pasillos ya no hay sillas o puestos informales para la venta de todo tipo de comidas. En total se suprimieron 200 espacios que estaban destinados a fotocopias y ventas de comida, dijo el gerente administrativo.
En relación con la seguridad, en algunos espacios que tradicionalmente tenían rejas, estas han sido eliminadas. Por ejemplo, en los bajos del edificio del rectorado ya no hay un cerramiento y rejas que se acomodaban para limitar el acceso al predio y su parqueo. Allí, un trabajador se encarga de verificar que cada asistente se identifique para su ingreso. (I)