“Yo no quería vivir, lo que menos quería era respirar”, recuerda Yury. Ella atravesó un cuadro depresivo complejo derivado de un problema en su núcleo familiar. Yury tiene dos hijos y vive en una zona cercana a Monte Sinaí.

En ese entonces, su hija mayor tenía 18 años y el más pequeño llegaba a los nueve.

Los problemas familiares la lanzaron a lo que ella considera “un callejón sin salida”. Los pensamientos suicidas la agobiaban y en esa búsqueda de alternativas para dejar de sufrir barajó la idea de tomar veneno junto a sus hijos.

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Capacidad de respuesta se midió en simulacro de suicidio; en el 2022 Guayaquil tiene 34 casos consumados

“Con el tiempo entendí lo peligroso que es tener un pensamiento suicida y no hablarlo”, relata la mujer que trató en una oportunidad de suicidarse cortándose las venas. Para Yury, lo que más le generaba miedo era que sobre las personas que han sobrevivido a un suicidio recae la vergüenza y la culpa. Además del temor de ser estigmatizados.

Entre el 13 de agosto de 2020 y el 10 de agosto de este año, la Unidad de Salud Emocional del Municipio de la ciudad (USEM) atendió 2.706 casos de personas con ideas de suicidio y al menos 305 casos de intentos. Es decir, personas que han ingerido pastillas, se han cortado o intentado lanzarse desde estructuras altas.

El grupo de edad en el que se registra una mayor presencia de este tipo de casos en la ciudad es el de 18 a 30 años, explica Jorge Luis Escobar, coordinador de la USEM. Varios de los usuarios que llegan a recibir atención en la unidad municipal son derivaciones de la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil (CSCG).

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Escobar recalca que personas con una vida normal pueden caer en situación de crisis ante la pérdida del trabajo y de la pareja, la soledad, la falta de recursos y, en muchos de los casos, por problemas intrafamiliares que se arrastran desde la niñez como pueden ser situaciones de abuso y violencia.

Un elemento adicional es la frustración. Este tipo de emoción se agudizó con el miedo que generó la llegada de la pandemia. “Altos niveles de frustración, altos niveles de miedo y mal manejo de la violencia implica una conducta de riesgo alta con posibilidades de suicidio”, explica el coordinador de la USEM.

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Taquicardia y dolor en el pecho son algunos de los síntomas que presentan las personas que padecen ansiedad. Foto: El Universo

A José le diagnosticaron ansiedad. Él desarrolló hace casi un año dolores en el pecho, brazo y taquicardia. Es extranjero y en ese tiempo estaba sin empleo. En primera instancia buscó ayuda médica y se realizó exámenes y chequeos de rutina para descartar cualquier afección.

Sin embargo, poco después de no hallar ninguna irregularidad en su organismo y continuar con los episodios que lo dejaban intranquilo, optó por una opinión psicológica. Fue allí cuando recibió un diagnóstico, siguió terapias y sesiones con expertos. “La sociedad crea malestares y estigmatiza a las personas que buscan ayuda para cuidar su salud mental”, afirma el hombre.

Las mujeres son las que buscan más ayuda a diferencia de los hombres. Según Escobar, son los hombres los que llegan más al cometido de quitarse la vida.

En ese sentido, señala que las personas que llegan a hacerse atender a la unidad buscan ver “qué pasa” con la ayuda que se ofrece. En la USEM se hace un triaje. El usuario es recibido por una psicóloga clínica que evalúa el nivel de necesidad de atención y dependiendo de la necesidad se deriva a cualquiera de los cuatro psicólogos que atienden tanto en el Hospital Bicentenario como en Casa Rosada.

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En el caso de requerir fármacos, existe un convenio vigente entre el Municipio y el Instituto de Neurociencias.

Más de 600 personas se han suicidado desde el inicio de la pandemia. Especialistas describen cómo detectar conductas que pueden llevar al suicidio

Un punto para considerar es que en el caso de las personas suicidas, estas sí expresan comportamientos de alerta con la finalidad de que alguien las rescate. “A veces la persona suele hablar o exteriorizar su deseo de quitarse la vida, lo transmite a su familia o entorno, pero el círculo cercano suele minimizar el sentimiento”, anota.

La primera recomendación es tomar en serio toda exteriorización de ideas suicidas o referencias a la muerte.

En Guayaquil se espera contar con datos estadísticos respecto a salud mental en el último trimestre, entre octubre y noviembre. Al momento, el cabildo prevé adquirir 30.000 test para lograr establecer una estadística zonal de resiliencia (capacidad de recuperarse frente a lo malo) en niveles bajo, medio y alto. (I)