Pasar una jornada de 8 horas con trajes antifluidos, mascarilla, visor, guantes, entre otros implementos de bioseguridad, es difícil para médicos y otros profesionales de la primera línea de atención de COVID-19. Sin embargo, más allá de las cansadas jornadas de trabajo, para ellos lo más complejo son las emociones que causan las urgencias que día a día se presentan tanto por COVID-19, así como por otras patologías o accidentes en clínicas y hospitales de Guayaquil.