Verónica, paciente de COVID-19, acudió temerosa a un centro médico privado en el sur. Su abuelita falleció a inicios de abril y ella empezó a tener dolores de cabeza, malestar, entre otros síntomas. "Quise saber qué tomar y evitar que el resto de mi familia se contagie. Tuve aislada dos semanas", recordó la mujer, quien recibió consultas, le hicieron exámenes de laboratorio y dos pruebas PCR por medio de ese centro que integra la red de prestadores de servicios del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).












