Pedro descansaba en una hamaca en el interior de su vivienda, en el bloque 5 de Bastión Popular, en el norte de Guayaquil. Eran las 20:00 del viernes 9, cuando Mónica, su madre, le indicó que debía tomar una dosis de pregabalina, medicamento que usa para controlar males como la ansiedad y el dolor de cuerpo.