La Cuaresma que vive el mundo católico es una oportunidad para conversar con el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera, sobre este tiempo de reflexión, pero también para abordar con frontalidad las disposiciones de la Iglesia católica frente a abusos de menores.

¿En qué consiste la celebración de la Semana Santa?

La Semana Santa es un tiempo en el que se reflexiona y celebra, de una manera especial, la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Comienza con el Domingo de Ramos y el Jueves Santo con la bendición del crisma (aceite de oliva), la institución de la eucaristía y el lavatorio de los pies. Además, a la Semana Santa se llega luego de un tiempo de preparación que se inicia el Miércoles de Ceniza, denominado Cuaresma. En esta época se nos invita a practicar la oración, el ayuno y la limosna.

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¿Cómo debería ser la vida de los seguidores de Jesús o de la Iglesia?

El modelo de Iglesia, desarrollado particularmente por el Concilio Vaticano II, está en sintonía con el estilo de vida de Jesús. Una Iglesia, por tanto, cercana al pueblo, de puertas abiertas, que no excluye, solidaria con las víctimas de la injusticia; una Iglesia en camino, que va al encuentro de las personas alejadas para anunciar el mensaje de Jesús.

Al hablar de las características de Jesús y del símil de la Iglesia, usted menciona un Dios cercano, solidario, esperanzador e incómodo para el poder, pero hoy también vemos una Iglesia cambiante que incluso trata temas que antes no abordaba abiertamente, como las denuncias de abuso que el propio papa Francisco ha reconocido.

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Sí, sí, una Iglesia valiente, una Iglesia que sabe reconocer sus errores y si hay delitos también. Yo creo que es un gesto positivo de este tiempo saber que la Iglesia descubre que dentro de su realidad hay situaciones que son intolerables y que tiene que afrontarlas y hacerse justicia.

¿Cómo curarse para que esto no dañe la fe?

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Yo creo que aquí tocamos un tema muy delicado, que no podemos evadir, el tema de los abusos de menores, el papa lo dice, es un abuso de poder, y claro, aquí viene esa doble línea que está también entre nosotros: la prevención, prevenir está en la educación de los niños, de los jóvenes, para que aprendan desde el comienzo a respetar a todas las personas. Y hablando en el campo específico de la Iglesia también, que haya un mayor rigor, mayor control en la selección de las personas, de los candidatos a la vida religiosa. Eso implica exámenes médicos, psicológicos, psiquiátricos, de tal manera que los que ingresen sean personas equilibradas... Y luego ya viene el tema de la curación, el acompañamiento, ir creando centros, sabiendo que ese tema de los abusos va más allá de la institución religiosa, lamentablemente está presente en unas familias, se habla de un 65% o 70%, también en las instituciones educativas. Como sabemos aquí en Ecuador ya sobrepasan las 3.000 víctimas; instituciones de carácter militar, policial y en el mundo religioso más allá del mundo católico, entonces, ¿qué hacer ahí? Nosotros hemos tomado algunas iniciativas: crear equipos de profesionales para acompañar a la víctima, de tal manera que también hablamos de protocolos y espacios para denunciar.

¿Dónde, monseñor?

Por ejemplo, esto es en escuelas y colegios, estamos creando este tipo de centros donde las personas puedan hablar. Y luego, pues, la apertura, si alguien ha sido víctima tiene todo el derecho y la obligación moral de acercarse para denunciar, lógicamente nosotros seguimos un proceso.

¿Cuál es ese proceso?

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Comienza con la denuncia, luego viene la investigación, la investigación previa, para eso se nombran dos peritos, ellos tienen que conversar con la víctima, con sus representantes legales, con el agresor, y con base en esa investigación se llega a una conclusión, luego eso se envía a Roma, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, ahí se analiza caso por caso, y luego de allá nos remiten diciendo que en este caso ha habido un abuso y que se debe tomar tal o cual medida. Son los cuatro pasos: acusación, investigación, el juicio y la sentencia.

¿Y qué pasa con el acusado en ese lapso?

Cuando llega la denuncia tomamos dos medidas, la primera es suspenderle el ejercicio de su ministerio, hasta que se investigue. Se le permite que celebre de una manera privada, privada significa con una sola persona, no más. Y la otra medida es alejamiento del contacto con la víctima para evitar cualquier presión, hasta chantaje. Se dice a veces que la Iglesia ha encubierto. Yo creo que tenemos que ubicarnos en la historia, y ahí hablo a nivel personal, hasta el año 2000, estamos hablando de hace 19 años, no había la conciencia sobre la gravedad de las consecuencias que un abuso a menores tenía.

¿No había conciencia en quién, en la ciudadanía, en la Iglesia?

Yo pienso que en general, ¿cuándo se comienza a tomar conciencia de la gravedad de eso?, cuando las víctimas hablan, cuando cuentan sus historias, cuando sacan a la luz el drama, la tragedia que están viviendo.

No será que ahora la comunicación es más directa, a través de redes sociales donde no solo se informa sino que se censura, se juzga.

Puede ser un factor, no lo niego, puede ser un factor de los medios de comunicación que hacen posible que se conozcan con mayor celeridad esos casos...

Entonces sí hay una influencia de los medios...

Sí, pero yo insisto en eso, a partir del año 2000, sobre todo en Estados Unidos, en otros lugares, las víctimas empiezan a hablar, entonces a nivel de Iglesia se despierta la conciencia. Tanto es así, fíjese usted del dato histórico, que en el año 2002 en la Iglesia católica se elabora ya un documento que se llama Delicta graviora o delitos graves, donde el abuso es reconocido como un delito, como un crimen y un crimen tan grave que la persona que lo ha cometido queda fuera del sacerdocio.

Hay un tema que puntualmente tiene que ver con la parroquia Santa Teresita, de Samborondón, donde los domingos a las 08:00 han celebrado misas en latín. ¿Está permitido celebrar en otros ritos, como el tridentino?

En la Iglesia católica la eucaristía debe celebrarse siguiendo el rito aprobado por el papa San Paulo VI en 1970. Pero, de una manera extraordinaria o por una circunstancia particular, se puede celebrar en otros ritos, como el ambrosiano y el tridentino. Por ser extraordinario, el papa emérito Benedicto XVI (2007) señaló algunas condiciones como, por ejemplo, un sacerdote puede celebrarlo en privado; y si es una comunidad religiosa la que lo solicita, debe contar con el permiso de su superior y hacerlo en sus oratorios.

¿Hubo alguna acción con Santa Teresita, donde además hubo voces que cuestionaron escritos y prédicas que aparentemente desconocían al Concilio Vaticano II?

Si bien se trata de una situación eclesial interna con la SJS (Sociedad de Jesucristo Sacerdote), el hecho fue de conocimiento público, tanto que las redes sociales y, particularmente, la prensa publicaron algunas cartas y artículos de cuestionamiento y de apoyo. Y siguiendo las indicaciones del derecho canónico se procedió a la investigación (escritos y testimonios de las partes) y a una amonestación.

¿Y hubo respuesta a la amonestación?

Como respuesta el P. Pedro Javier Moya Obradors, secretario general de la SJS, manifestó “que no habrá más escritos ni predicaciones públicas del padre Alfonso Gálvez y que los sacerdotes se atendrán a todos y cada uno de los puntos exigidos, decisión que ha sido ratificada por los miembros de la SJS residentes en la Arquidiócesis de Guayaquil. (El Padre Gálvez fundó la SJS en 1980, la que impulsó la misa frecuente en latín, que las mujeres no presten servicio en el altar y estrictos códigos de vestimenta y otros criterios no acordes con el magisterio de la Iglesia). (I)