“Es una tranquilidad, una paz estar en contacto con la naturaleza, creo que eso es lo más maravilloso, el hombre vuelve a la tierra, de ahí venimos y a eso regresamos, la naturaleza nos da para consumir y nada es químico, todo es orgánico”, dice emocionado Michel Doumet Antón, que está sentado en muebles rústicos observando el huerto orgánico que tiene en Biblos, en la mitad de un terreno de 1.400 m².