En el centro mismo de la preocupación está la duda. Si dudo que puedo lograr algo, puedo sugestionarme de que fallaré. La duda puede destruir aquello que realmente podría lograr. Encuentro liberación de la preocupación en la quietud de la oración y meditación teniendo presente quién soy como creación de Dios.

Comienzo a reclamar mi libertad de la duda retirándome a un lugar callado que me invite a la calma. Aquí, con confianza, acepto que con Dios, la fuente de todo bien, puedo lograr cualquier objetivo. Dirijo la energía que hubiera utilizado preocupándome para tomar acción positiva en asuntos diarios y monumentales.

Esta es la hora y este es el momento de liberarme de la duda.

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Lucas 12:25: ¿Quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su estatura? (F)