La reciente boda civil entre Lize Weerdenburg y Rubén Herschberg, dos medallistas olímpicos con síndrome de Down, ha generado la pregunta: ¿Las personas con esta discapacidad se pueden casar por la Iglesia Católica?

Sobre este tema, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) ofreció una serie de criterios en su Guía para la Celebración de los Sacramentos con Personas con Discapacidad.

En el texto señalaron que “la Iglesia reconoce que cada comunidad parroquial incluye miembros con discapacidades y desea su participación activa”.

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En ese sentido, “todos los miembros del Cuerpo de Cristo son singularmente llamados por Dios en virtud de su Bautismo” y por eso “los católicos con discapacidades tienen derecho a participar en los sacramentos plenamente así como lo hacen los otros miembros de la comunidad eclesial”.

Respecto al matrimonio, la guía indica que “las parejas con discapacidades intelectuales o de desarrollo que creen estar llamadas a la vocación de la vida conyugal son alentadas a buscar consejo discutiendo el sacramento del matrimonio con sus familias y pastores”.

“Para que el consentimiento matrimonial sea válido, es necesario que las partes contrayentes posean uso suficiente de razón, que estén libres de cualquier grave falta de discreción que afecte su juicio sobre los derechos y deberes a los que se comprometen”, destacaron.

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Además, ambos deben comprender que el matrimonio es para toda la vida y que “se ordena para el bien de los cónyuges y la procreación y educación de los niños”.

Asimismo, la atención pastoral para los matrimonios entre discapacitados “se extienden a lo largo de sus vidas”. (I)