“Juanito, Juan Dieguito” escuchó Juan Diego Cuauhtlatoatzin el 9 de diciembre de 1531, cuando pasaba por el cerro Tepeyac en la ciudad de México. Sin ningún recelo, se dirigió hasta el lugar de donde provenía el llamado. Ahí, una mujer de tez morena deslumbraba por sus brillantes vestiduras y el resplandor de sus adornos.

Así cuenta el libro Nican Mopohua, escrito por Antonio Valeriano en el siglo XVI, basado en los relatos realizados por este joven sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, entre el 9 y el 12 de diciembre de ese año.

Aquel primer día de apariciones se transformaría en el inicio de una tradición mexicana que se esparció por el mundo y continúa en estos tiempos.

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La imagen es venerada por muchas personas alrededor del mundo, quienes la conocen de diferentes formas: ‘la Morenita’, ‘la Lupita’ y muchos otros. En México, cada 12 de diciembre se reúnen miles de fieles en su basílica, ubicada en Ciudad de México, a recordar la fecha de su última aparición.

Hay cantos, misas y celebraciones se dan en homenaje a su santa más querida. Algunos continúan las festividades hasta el 6 de enero, en el tiempo conocido como “el maratón Guadalupe-Reyes”.

Pero no solo en Centroamérica se venera a esta Virgen, en nuestro país también hay personas que le rinden honores a la Lupita. En la 10 y Francisco Segura, un grupo de sacerdotes claretianos edificó una iglesia con el nombre Virgen de Guadalupe, durante los años ochenta; hoy, la fe y el cariño hacia esta advocación continúan presentes. “(Los fieles) son muy marianos, llevan todo con mucho cariño, como en México”, manifiesta Rómulo Aguilar, párroco de esta iglesia.

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Durante los días de fiesta, esta comunidad realiza serenatas y festivales al estilo de la casa matriz de la Virgen. En ciudades como Portoviejo o Quito también se hacen tributos durante su fiesta.

La veneración a esta advocación inclusive ha traspasado no solo fronteras físicas, sino también mediáticas, con programas de televisión como La Rosa de Guadalupe, en la que la fe en la santa es protagonista.

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Cinco siglos después, lo que empezó como un “llamado del cielo” continúa como una de las veneraciones católicas más importantes de América y de todo el mundo católico.

Nican Mopohu
Originalmente en lengua náhuatl, significa “Aquí se relata” y fue escrito por el noble Antonio Valeriano entre 1545 y 1548. Contiene los relatos de san Juan Diego sobre las apariciones de la Virgen.

Basílica
Entre los siglos XVII y XVIII se construyó el primer templo en su homenaje. El 12 de diciembre de 1976 se inauguró la nueva basílica, ubicada cerca de la primera. (I)