Chocaba sus juguetes hasta destrozarlos. Tres veces llegó a casa con el uniforme orinado. Se ponía a llorar cuando escuchaba música y se negaba a contar lo que le pasaba. Su madre lo llevó a una consulta psicológica, donde el 8 de septiembre pasado le indicaron que su hijo estaba siendo víctima de acoso por parte de un adulto.










