El aÇaí cada vez se consume más en nuestro medio a través de un bol con frutas y cereales, batidos y otros preparados.

Se trata de una fruta pequeña, morada, del tamaño de una uva, que nace de una palma nativa de la Amazonía de Brasil, particularmente en el norte. En Ecuador, hay unos 60 restaurantes en Guayaquil, Quito, Cuenca, Machala, Salinas, Montañita que lo ofrecen en sus cartas e incluso se han abierto bares y cafeterías solo de açaí.

Su éxito se debe a que es una fruta con muchas propiedades, sobre todo antioxidantes.

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Fue Giancarlo Escala Moncayo, guayaquileño de 25 años, quien trajo el açaí a Ecuador. Fue por el 2010, mientras participaba en Miami, EE.UU. en una competencia de jui-jitsu, deporte que aún practica, que le llamó la atención que después de las luchas muchos competidores tomaban en un bol la pulpa de açaí con diversas frutas y cereales, lo probó y le encantó. Su amigo y ahora socio, Óscar Torre, también compañero de jui-juisu, que vivía en EE.UU., siempre le enviaba fotos de nuevos preparados de acaí, así que decidió hacer su tesis de Administración en Ecotec sobre el açaí.

Seguidamente se fue a Brasil, a Belem, capital del estado de Pará, y allá se dio cuenta de que había en torno a la fruta toda una cultura.

“Crece de manera silvestre alrededor del río Amazonas, es cosechada de manera artesanal por la gente que vive ahí, y una vez cosechada se pasa al despulpado y luego al congelado. Las palmas de açaí antes las cortaban y las usaban como caña, había un alto índice de deforestación, entonces ellos con el tema del açaí comenzaron a promocionarlo, a comercializarlo y exportarlo, primero a EE.UU., y luego a Europa, el boom comenzó en 1999”, cuenta Giancarlo que junto con Óscar, bajo la marca Cultura Acaí, comenzaron a vender el producto en Ecuador desde el 2016, en cajas de pulpa congelada para los casi 60 restaurantes en varias ciudades del país y en sachet de 100 gramos, que están a la venta, por ahora, en Gourmet Market (Samborondón), La Molienda (Urdesa) y La Española (Los Ceibos y Samborondón).

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El producto, sellado y empacado le llega desde Brasil a través de uno de los grandes productores de allá. Se podría sembrar aquí, dice, ya que es de clima tropical, pero el despulpado no es tan fácil y mantener la pulpa ya es un proceso que está masterizado allá con máquinas especiales, entonces habría que montar una fábrica aquí y eso implica una inversión fuerte.

Sin embargo, no descarta la reforestación de la palma de açaí en una hacienda orgánica aquí. (I)

“Fui a Brasil y me di cuenta de que alrededor del açaí, que más que una fruta orgánica es una fruta silvestre, hay toda una cultura en torno a su cosecha, en Belem, en el norte.Giancarlo Escala Moncayo, emprendedor