Un experimento hecho en el año 2020 con malvaviscos sepia (cefalópodo) dejó claro que es un gran error subestimar la inteligencia de los animales.

De acuerdo al portal Science Alert, la investigación muestra a las sepias una nueva versión de la “prueba del malvavisco” y los resultados dejaron claro que en sus extraños y pequeños cerebros hay mucho más de lo que se puede esperar, y es que su capacidad para aprender, anticipar recompensas futuras y adaptar su comportamiento pudo haber evolucionado hasta darles una ventaja en el mundo marino.

Publicidad

¿De qué trató el estudio con sepias?

De acuerdo a la investigación, que fue publicada en 2021, científicos pusieron a un niño en una habitación con un malvavisco, y le dicen que si logra no comérselo durante 15 minutos, recibirá otro y podrá comer ambos.

Con esta capacidad de retrasar la gratificación se demuestran capacidades cognitivas como la planificación futura y en un comienzo se hizo para evaluar el desarrollo de la cognición humana, particularmente a la edad en la que una persona es suficientemente inteligente como para retrasar la gratificación si esto significa un mejor resultado más adelante.

Publicidad

En el caso de los animales, se les entrena para que comprendan que recibirán mejor comida si espera para comerse la que tiene delante. Algunos primates tienen la capacidad de retrasar la gratificación, al igual que los perros, aunque irregularmente. Los córvidos también han pasado la prueba del malvavisco.

El cerebro de la sepia común parece haber evolucionado | Foto: Pexels

La sepia pasó una versión de la prueba del malvavisco

Los investigadores encontraron que la sepia común (Sepia officinalis) puede abstenerse de comer carne de cangrejo por la mañana cada vez que aprendió que comerá en la cena algo que disfruta más: los camarones.

No obstante, un equipo de científicos dirigido por la ecóloga conductual Alexandra Schnell, de la Universidad de Cambridge, considera que fue complejo determinar si este cambio en la conducta de la búsqueda de alimento en respuesta a la disponibilidad de presas, llegó a estar determinado por la capacidad de autocontrol.

Así que sometieron a seis sepias comunes a otra prueba: fueron puestas en un tanque especial con dos cámaras cerradas con puertas transparentes para que los animales pudieran ver el interior.

En estas cámaras habían bocadillos, que constaban de un trozo de langostino crudo, no tan apetitoso para ellos en una, y en la otra un camarón herbívoro vivo, que es mucho más atractivo, en la otra.

Estas puertas contaban con símbolos que las sepias podían reconocer gracias a un entrenamiento previo: el círculo significaba que la puerta abría inmediatamente, el triángulo que la puerta abriría entre 10 y 130 segundos y el cuadrado, que la puerta estaría cerrada de manera indefinida.

El langostino estaba detrás de la puerta abierta, mientras que el camarón vivo estaba disponible luego de un tiempo y en el grupo de control, mientras que otro camarón vivo se mantenía inaccesible en la puerta con el cuadro.

El hallazgo fue que todas las sepias prefirieron esperar el camarón vivo en la puerta que abrió después de unos segundos “lo cual es comparable a lo que observamos en vertebrados de cerebro grande como chimpancés, cuervos y loros”, explicó Schnell en 2021″.

El experimento también se enfocó en comprobar la eficiencia del aprendizaje de las sepias, por lo que se les mostraron dos señales visuales distintas, un cuadro gris y otro blanco.

Cuando se acercaban a una, la otra se retiraba del tanque, si elegían la opción correcta, se les recompensaba con un bocadillo. Al aprender a asociar un cuadrado con una recompensa intercambiaron las señales.

Lo curioso es que los animales que aprendieron a adaptarse a este cambio más rápido fueron aquellos que esperaron más tiempo por la recompensa de camarones.

En conclusión, las sepias pueden tener autocontrol, pero no se sabe bien por qué.

(I)

Te recomendamos estas noticias