Cientos de familias peruanas dependen de la minería aurífera para sobrevivir, pero su búsqueda desesperada de oro desata una catástrofe climática silenciosa.
En los rincones más remotos de Madre de Dios, pequeñas operaciones mineras han destruido más de 550 hectáreas de turberas en las últimas tres décadas, liberando entre 200 mil y 700 mil toneladas de carbono a la atmósfera, refiere el portal Earth.
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Peligros de la minería en la Amazonía peruana
Más de la mitad de esta devastación ocurrió apenas en los últimos dos años. El investigador J. Ethan Householder, del Instituto de Tecnología de Karlsruhe, advierte que esta “rápida proliferación de la minería aurífera dentro de las turberas parece ser una amenaza existencial para todo el complejo de turberas”.
Las turberas amazónicas funcionan como bóvedas de carbono que guardan este gas durante siglos en suelos anegados y pobres en oxígeno.
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Cuando los mineros drenan o excavan estas áreas pantanosas, el carbono almacenado se libera rápidamente al aire, lo que acelera el calentamiento global.
Los análisis satelitales de más de 30 años muestran cómo la minería avanza tierra adentro a un ritmo de 100 metros por año, siguiendo los sedimentos auríferos hacia las márgenes ricas en turba donde abundan los pantanos. Actualmente, 9% de toda la actividad minera regional ocurre dentro de turberas, una cifra que podría llegar al 25% para 2027 si continúa la tendencia actual.
El panorama futuro es escalofriante. Los científicos identifican más de 10 mil hectáreas de turba en riesgo inmediato, cuya destrucción liberaría entre 3.5 y 14.5 millones de toneladas adicionales de carbono.
El problema trasciende lo climático porque el uso de mercurio en el procesamiento del oro contamina ríos y peces, también expone a las comunidades locales que dependen de la pesca fluvial.
Mientras los mineros siguen las vías fluviales como autopistas hacia nuevos yacimientos, la aplicación de la ley se dificulta en territorios donde solo se puede llegar en bote. Los investigadores proponen mapear las turberas activas en alta resolución y mantener la maquinaria pesada fuera de las zonas de mayor profundidad de turba.
(I)
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