Las grandes estrellas de cine tienen algo particular que no se puede describir con palabras, pero el momento en que aparecen en la pantalla lo iluminan todo. Es el caso de Sophia Loren, quien después de 10 años vuelve a protagonizar una película: La vida ante sí, dirigida por su hijo Edoardo Ponti y exhibida por Netflix.

La vida ante sí cuenta la historia de Madama Rosa (Loren), una sobreviviente del holocausto y exprostituta que ahora se dedica a cuidar a hijos de otras prostitutas para evitar que anden por las calles. Es así como llega a su vida Momo –interpretado por un genial Ibrahima Gueye– un niño senegalés cuya madre fue asesinada a golpes por su padre porque ella ya no quería prostituirse. Al principio la relación entre ambos es tirante, pero poco a poco van convirtiéndose en inseparables.

La película como tal no es un gran filme. Es un melodrama ultraazucarado no apto para diabéticos. Sin embargo, merece ser vista por las actuaciones de Loren y Gueye. Una es una gran diva del cine y el otro en un actor en formación aún. Pero están hechos el uno para el otro. Sus interpretaciones son orgánicas, fuertes, complementarias. Parece que hubieran actuado juntos toda su vida.

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Mención especial merece también Abirl Zamora, quien interpreta a Lola, una mujer transexual, vecina y mejor amiga de Rosa. Zamora brinda una actuación entrañable y dota de alegría a una cinta que por lo demás cuenta una historia marcada por el trágico pasado de sus personajes. No es que Lola haya tenido una vida fácil, pero la encara de otra manera.

La vida ante sí es un remake de la película de 1977 Mada Rosa y ambas están basadas en el libro La vie devant soi, escrita por Roman Gary, bajo el seudónimo de Émile Ajar. (O)