Era la tarde del jueves (ayer) y en el centro de Guayaquil, exactamente en la avenida 9 de octubre, entre García Moreno y avenida del Ejército, sonaba New York, New York. de Frank Sinatra. La melodía, que se fusionaba con instrumentos como el saxofón, el órgano, la batería y el bajo eléctrico, provenían del balcón de la Casa Arte Ciudad del Cacao. Al frente de la antigua edificación, en los exteriores del Hotel Oro Verde, un grupo de personas habían separado su mesa y silla para disfrutar del concierto gratuito.

Y es que en tiempos de pandemia los artistas han reemplazado los escenarios convencionales por otros que, aunque con mayor distancia, recuperan ese contacto con el público. Este era el caso, de los músicos Luis y Medardo Silva, los estudiantes de Preludio Centrarte Academia y otros profesionales, quienes junto a la gestora cultural Patricia León Guerrero organizaron el primer concierto de saxofón Amor a la calle desde los balcones.

Durante una hora y media contagiaron de música la zona, que en otros tiempos estaría abarrotada de transeúntes. Sin embargo, los pocos que caminaban por aquí decidían detener su paso para presenciar el recital, unos sacaban sus teléfonos inteligentes para filmar pequeños clips, otros preferían hallar un espacio para escuchar las piezas de jazz, baladas, boleros y pasillos.

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En tanto, había quienes hacían una breve pausa activa de sus labores para admirar la iniciativa musical y hacer uso de su campanita de helados para aplaudir a los artistas. También estaban los conductores, que aprovechando el semáforo en rojo, bajaban el vidrio de sus autos para escuchar con mayor claridad la intervención.

“Es diferente a lo que siempre se ha escuchado, el sonido llama bastante la atención, me gustó mucho por eso me quedé un rato escuchándolos”, dijo Carla Romero, una de las transeúntes que quedó asombrada por el espectáculo al aire libre.

“Es una iniciativa súper chevere porque permite que la gente se acerque un poco más al contacto con nuestros artistas, sobretodo despertar el interés por una ciudad viva, eso es importante”, expresó Angélica Parra, quien se enteró del concierto por redes sociales.

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La velada se complementaba con el clima que sorprende por estos días a la urbe porteña, una temperatura de 22° C motivaba a algunos a acompañar el momento con un café caliente, mientras que otros optaban por la infaltable cerveza fría.

“Esto permite esa pequeña fusión de lo artístico con lo comercial, y eso es válido porque el espacio público debería activarse de alguna u otra forma”, manifestó Henry Jurado, uno de los presentes.

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“Esto es necesario desde la parte anímica, la gente tiene que reactivarse psicológicamente y espiritualmente, la cultura nos sana a todos”, agregó.

Mientras que desde el segundo piso de la Casa Arte, los músicos se organizaban para dar su mejor repertorio, la buena energía dominaba el espacio, donde maestros y estudiantes fusionaban sus conocimientos para hacer del concierto un real encuentro de amor a la ciudad. “A través del arte, de la música en este caso, llenar nuestro espíritu y todo nuestro alrededor de un buen ambiente”, dice Luis Silva, uno de los mentalizadores de la actividad que incluyó canciones como El aguacate, Nuestro Juramento, Fly me to the moonn, Cuan bello es el señor, Somewhere over the Rainbow, entre otras. (E)