Se encienden las luces, se levanta el telón y un cuarteto de cuerda empieza a tocar en el escenario. La normalidad parece haber vuelto al Gran Teatro Liceu de Barcelona si no fuera por sus butacas, ocupadas con 2.292 plantas.
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El teatro de ópera decidió retomar su actividad con una metáfora de los últimos meses de confinamiento en los que la naturaleza recuperó terreno al ser humano.
Se encienden las luces, se levanta el telón y un cuarteto de cuerda empieza a tocar en el escenario. La normalidad parece haber vuelto al Gran Teatro Liceu de Barcelona si no fuera por sus butacas, ocupadas con 2.292 plantas.
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Las afirmaciones de Olano ratifican que debió tener una estancia plácida en el exilio quiteño.
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