Una película rodada en cuatro días, con un teléfono móvil, sin contacto físico con los actores. Fue la hazaña del cineasta Obi Emelonye en plena crisis del coronavirus, que golpea a la industria cinematográfica nigeriana, una apuesta a imagen y semejanza de Nollywood, mezcla de “optimismo obstinado” e ingeniosidad.

Emelonye acumula varios éxitos de taquilla (Last Flight to Abuja, Thy Will Be Done) tuvo esta idea de cortometraje viendo a su esposa hacer una videoconferencia en Zoom, una aplicación de teletrabajo muy utilizada en las últimas semanas debido al confinamiento de buena parte del planeta. “Pensé ¿y si hiciera una película a distancia? ¡Puedo dirigir a los actores y rodar desde casa, sin gastar un céntimo!”, explica el atrevido director de 53 años radicado en el Reino Unido.

Fue entonces cuando empezó a escribir Heart 2 Heart, que se estrenó en YouTube el 7 de mayo. Dos jóvenes enamorados a punto de casarse acaban separados por la epidemia, que provoca el cierre de los aeropuertos: ella queda bloqueada en Londres y él en Lagos, la capital económica de Nigeria. Deciden hacer lo posible para celebrar a toda costa su unión.

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Un día de ensayo, dos de rodaje (los familiares de los actores los filman mediante un teléfono) y uno de posproducción. Todo un logro. Obi Emelonye ya no tiene gran cosa que demostrar en Nigeria, donde es uno de los directores más reconocidos de su generación, pero él espera servir de inspiración para futuros talentos. “Quería mostrar a los jóvenes que a pesar de las innumerables dificultades de nuestra profesión, a pesar del coronavirus, se puede hacer una película sin dinero, con pasión”, explica a la AFP.

“Somos una especie en peligro, por lo que tenemos que ser innovadores, traspasar las barreras de lo que ya se está haciendo”, agrega el director, que se define entre carcajadas como “un optimista obstinado”. “¿Las cosas van mal? ¡Hagámoslas mejores!”, manifiesta.

Nollywood ya es una paradoja en sí. Por una parte es la segunda industria cinematográfica del mundo (por detrás de India, en términos de películas producidas) y un éxito en toda África. Con sus lentejuelas y tacones, sus actrices, con millones de seguidores en Instagram, hacen soñar a una juventud pobre en busca de un modelo de éxito. Pero al mismo tiempo, lejos de la apariencia glamur y a pesar de su potencial económico, la realidad del sector es dura: hay muchas películas producidas con pocos recursos y salarios miserables, sin protección social ni subsidios, y una piratería masiva.

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legada del virus ha asestado otro golpe a los esfuerzos de Nollywood para profesionalizarse. Los cines, casi inexistentes hace diez años, han florecido en todas partes para satisfacer la creciente demanda en este país de casi 200 millones de habitantes (ahora tiene unos 50 cines), mientras que los gigantes del video como Netflix codician este gigantesco mercado.

“Hemos tenido otras, pero esta crisis es aún peor que la recesión económica de 2016”, afirma a la AFP Moses Babatope, cofundador del grupo Filmhouse, que estima las pérdidas del sector en más de 4000 millones de nairas (9,3 millones de euros, 10,5 millones de dólares) desde hace tres meses. Según estimaciones de las asociaciones de distribuidores nigerianos, hay unos 50 000 empleos directos amenazados. Los cines han cerrado sus puertas, decenas de rodajes tuvieron que pararse y los maquilladores, diseñadores, actores, etc., ya no cobran sus salarios. (I)