Los coronavirus son, como señala la OMS, una "extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos" y parte de este grupo es el COVID-19, la enfermedad contra la que la mayoría de países del mundo luchan en estos momentos.

Pero sabemos que no es la primera vez que un tipo de coronavirus afecta a un gran grupo de personas, antes ya lo hicieron el MERS y el SRAS, en distintas zonas del planeta.

¿Pero cómo se descubrió a esta familia denominada coronavirus? Pues la artífice de ello fue la viróloga escocesa llamada June Almeida (su apellido de soltera era Hart), quien sin estudios formales hizo este descubrimiento.

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A los 16 años, Almedia debió dejar los estudios debido a que su padre, quien era conductor de autobús, no podía pagar los valores de la Universidad de Glasgow. Pese a ser una brillante estudiante se alejó las aulas y, en 1947, empezó a trabajar como técnico de laboratorio en un hospital analizando muestras de tejido, señala una publicación de diario El País de España.

Ese empleo fue el inicio de una larga y exitosa trayectoria. Pese a su escasa formación académica, se volvió en un referente en el mundo de la ciencia por su trabajo pionero en la identificación y diagnóstico de los virus.

Pionera

A los 34 años de edad, Almeida se convirtió en la primera persona en identificar los coronavirus y los datos recogidos en sus investigaciones actualmente son fundamentales para la lucha en contra del COVID-19.

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“Su trabajo ha acelerado nuestro conocimiento del virus. Era una pionera con un talento increíble. Todo lo que tocaba en su investigación lo convertía en oro”, señala Hugh Pennington, uno de los microbiólogos más importantes del Reino Unido, quien fue alumno de Almeida y se refiere a ella como alguien brillante y poco convencional.

Pennington es profesor de la Universidad de Aberdeen y en una entrevista al diario The Herald lamentó que ella, siendo una de las científicas más sobresalientes de su generación, haya permanecido en el olvido por muchos años y que, de no ser por la pandemia, seguiría su nombre entre las sombras. “Sin sus descubrimientos las cosas habrían ido mucho más lentas” para poder lidiar con la crisis sanitaria, asegura.

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Esta destacada viróloga contrajo matrimonio a los 24 años con el artista venezolano Enriques Almeida, con quien tuvo una hija. La familia se mudó a Canadá donde ella fue contratada como técnico de microscopio en el Instituto del Cáncer de Ontario. Allí siguió destacándose por su trabajo.

La metodología utilizada por ella, que utilizaba anticuerpos para visualizar mejor los virus, permitió utilizar microscopios electrónicos para diagnosticar infecciones virales y pudo descubrir algunas como la rubéola.

Sus avances en este campo la llevaron al reconocimiento mundial, por lo que desde Londres le propusieron trabajar en la Escuela de Medicina del Hospital St. Thomas, el mismo donde fue atendido el primer ministro británico Boris Johnson, tras ser diagnosticado con coronavirus.

Fue en esta etapa de su vida, a los 34 años de edad, cuando logró convertirse en la descubridora del coronavirus. Lo hizo mientras era parte del equipo que investigaba el resfriado común junto al doctor David Tyrrel.

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Este último no había conseguido conseguido cultivar en el laboratorio la muestra de un niño enfermo, por lo que llegaron a pensar que, aunque causaba síntomas similares a los de la gripe, se trataba de un tipo de virus distinto.

Una metodología eficaz

Tyrrel reveló luego que tenía muy pocas esperanzas de que encontrara algo, pero aún así decidió enviarle la muestra conocida como B814 a June Almeida. La metodología de la escocesa fue eficaz y logró captar gráficas claras del virus, las cuales eran similares a otras que había visto en pollos y ratones. Es así que a partir de la cepa B814 se identificó el primer coronavirus humano.

Por la estructura que tiene el virus cuando es observado a través de un microscopio, Almeida, Tyrrel y el profesor Tony Waterston le dieron el nombre de coronavirus.

Pese su gran aporte a la ciencia, Almeida recibió gran rechazo por parte de sus colegas, incluso una revista científica se negó a publicar el descubrimiento alegando que se trataba únicamente de imágenes de mala calidad del virus de la gripe. Pero en 1965, el British Medical Journal difundió la investigación y dos años después el Journal of General Virology finalmente publicó las fotografías. En la actualidad este artículo está disponible en internet y puede leerse de forma gratuita.

Han pasado 56 años y lo encontrado por Almeida sigue siendo de relevancia, más aún en estos momentos, cuando aún se intenta descifrar la forma adecuada de contener al COVID-19 en el mundo. “Los científicos chinos han utilizado su tecnología para identificarlo, han repetido lo que ella hizo”, afirma Pennington.

Un cambio de vida

Pese al éxito y sus esfuerzos, la reconocida viróloga cambió por completo su estilo de vida en 1985, cuando decidió retirarse. Junto a Phillip Gardner, un virólogo retirado que se convirtió en su segundo marido, se trasladó a la localidad costera de Bexhill-on-Sea. Allí consiguió un trabajo como maestra de yoga y se dedicó a la restauración de porcelana y a las antigüedades.

Y aunque parecía que su trabajo en el mundo de la ciencia había llegado a su fin, más adelante volvió como asesora al hospital St. Thomas y fue parte de la publicación de las primeras imágenes de alta calidad del VIH.

“El éxito de June fue el resultado de una combinación de originalidad de pensamiento -al buscar y, normalmente, encontrar explicaciones simples a lo que parecían problemas complejos- y conocimientos técnicos. Cualquier conversación con ella, sin importar el tamaño del grupo, era tan estimulante como divertida: tenía un sentido del humor muy vivo y, en ocasiones, travieso”, escribió sobre ella su hija, Joyce Almeida, psiquiatra de profesión.

June Almeida murió en 2007, a los 77 años de edad. (I)