Durante 20 años, Juan Carlos Cabezas (Quito, 1971) fue periodista; de aquellos iban a las ruedas o tras una historia sorprendente, que buscan y rebuscan las palabras exactas para contar los hechos, no solo para que la noticia salga completa, sino para que el relato brille, se conecte con la gente. Ahora, ya apartado de las redacciones, inaugura su faceta como escritor con el libro Formas de incendiar el día, que contiene 16 relatos cortos y potentes. Allí se cruzan la muerte, las relaciones de pareja, la familia, el día a día y su encuentro con la contradicción y lo singular.

¿Por qué son tan recurrentes temas como la muerte, los padres, las relaciones de pareja en Formas de incendiar el día?

Este tema de los padres, la muerte y la pareja son ejes de mi personalidad. Llegó el momento de hacer un cuestionamiento a todo este universo. Mis padres siempre serán una incógnita, el vivir en pareja puede ser algo soportable e insoportable a la vez... Siempre utilicé a la literatura como una sonda exploratoria de mí mismo y una vez allí decidí incendiarlo todo y rehacerme.

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¿Es una crítica moral a la sociedad?

Me hago una crítica personal. Sospechaba que albergaba ideas tremendas, como que odiaba a la familia. La odio, pero no a la familia, sino las impostura, los protocolos. Si no lo escribía, nunca hubiera llegado a entender qué me ocurría, a entenderme a mí mismo. Pero sí, estamos mal como sociedad, tan mal como antes. La diferencia es que ahora no nos preocupa tanto, porque tenemos temas ociosos en los que entretenernos.

¿Es posible hacer de las experiencias personales un hecho universal o colectivo?

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Es posible hacer esa crítica, pero no es posible saber qué efecto tendrán. Cada quien escoge sus propios espejos y se reconoce parcial y totalmente. Creo que es un asunto de ego. Necesitamos encontrar que nos digan qué tan bien o mal nos encontramos.

El tono del libro es la crónica. ¿Cómo combinaste la literatura con tu oficio de periodista?

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La crónica me enseñó a escribir y a desarrollar una voz. Y la voz me permitió desarrollar relatos y cuentos. Estas formas que aparecen en el libro parten del hallazgo de esa voz y la profundizan. Debo confesar que muchos de esos relatos, como el primero, que se llama Leila, se originaron en circunstancias de una cobertura periodística. Nació de lo que se escribe al margen del cuaderno de apuntes.

Es tu primer libro. Te permite explorar y conocerte como autor. ¿Te proyectas a futuro seguir haciendo literatura, ficción, o te planteas nuevas formas narrativas?

Me encanta el relato y estaré allí hasta explotar más recursos de ese género. En la actualidad escribo otro libro de relatos, aunque siento cerca a la poesía. La novela será luego de esa conjunción relato-poesía. En unos años, quizás. (I)