El género bélico es uno de los más populares del cine, pero de manera paradójica está afirmación no se aplica totalmente a las películas que se centran en la I Guerra Mundial. Esto puede ser por algunas razones: Una de ellas puede ser que es un conflicto de hace más de cien años, demasiado lejano para muchos espectadores que prefieren los contemporáneo y quizás el hecho de que este conflicto a diferencia de la II Guerra no tuvo nada de idealista. Es más, muchos expertos lo consideran un monumento a la necedad humana, pues no hay manera de explicar cómo los altos mandos militares enviaron a miles de hombres a la muerte de la manera más absurda.

1917 se convierte en una pequeña excepción. Dirigida por Sam Mendes, un buen artesano de la industria que ha dirigido algunos éxitos de taquilla como American Beauty, Camino a la Perdición o algunos títulos de la saga Bond, encarnada por Daniel Craig.

Su argumento es de lo más simple y no aporta nada nuevo, la historia de una misión en retaguardia enemiga, que deberán atravesar, que servirá para salvar miles de vidas en el frente. Lo que la hace interesante, pero no innovadora son las cuestiones técnicas, la cinta está contada en tiempo real, la cámara se encuentra casi pegada al cuerpo de los actores lo que nos permite sentir la intensidad y temor del fragor en el combate. Otro elemento interesante es la utilización de planos en secuencias que dotan al filme de mayor dramatismo y que es lo más comentado y alabado por ciertos críticos sobre esta película.

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Mendes no escatima imágenes para mostrar la crudeza de la guerra; trincheras lodosas con soldados demacrados y quebrados anímicamente, el agua empozada y putrefacta donde se tienen que meter los soldados durante los bombardeos son parte de la galería del horror que fue el Frente Occidental y le dan a la película un realismo efectivo.

La fotografía es impecable y el hecho de haber filmado toda la película en exteriores es un excelente recurso pues le da al paisaje un protagonismo especial.

1917 tiene todos los ingredientes que le pueden llevar a ganar el premio, un acontecimiento histórico muy lejano para evitar polémicas, algo que le encanta a la Academia: Un argumento simplón que agrada a todos, ese heroísmo patriotero muy acorde con lo que le gusta al norteamericano medio y un buen trabajo de dirección. Pero en mi criterio solo es una buena película que no llega ni llegará a la altura de las míticas películas de la I Guerra Mundial como Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone; Senderos de gloria de Stanley Kubrick; Lawrence de Arabia, de David Lean; La Gran Guerra, de Mario Monicelli; y, Capitán Conan, de Bertrand Tavernier. (O)