La pareja rebelde de la realeza británica siempre se ha mantenido en la mirada de todos, pero mucho más desde que anunciaron que abandonarán sus funciones de primer rango como miembros de la familia real británica, el pasado 8 de enero.

Los titulares en todo el mundo han girado en torno a desde cómo van vivir los ex duques de Sussex, hasta las series de televisión que se realizarán en honor a esta hazaña, que si bien es cierto sorprende, por otro lado ratifica la naturaleza del príncipe Harry y de Meghan quienes nunca encajaron del todo en los protocolos reales.

Pero otra novedad gira en torno a la pareja mediática del momento, la cual se casó en una majestuosa ceremonia el pasado 19 de mayo del 2018 en la capilla de San Jorge, ubicada en el castillo de Windsor.

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Este es un lugar emblemático para la familia real que data del siglo XV y que ha sido escenario de varias bodas y funerales de miembros de la monarquía. Es tan especial e importante para ellos, que se cree que allí, y no en otro lugar, se celebrará cuando suceda el funeral de la Reina Isabel II.

Pero fue precisamente aquí, en donde Meghan Markle tuvo uno de los primeros encuentros poco agradables con la monarquía británica en el que, los analistas evidenciaron que ella no encajaría del todo en la realeza, lo cual ahora fue visto como un presagio de lo que está sucediendo.

Sarah Lyall, periodista de The New York Times, relata que Meghan Markle se refirió a la capilla de estilo gótico, con capacidad para 800 personas, como un lugar que olía rancio y en el que al entrar se tenía la sensación de estar dentro un lugar mustio.

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Los analistas monárquicos se tomaron esta anécdota como una señal de que Markle no iba a pasar por el aro de las viejas tradiciones si no se encontraba completamente cómoda en ellas. «Si hay una cosa que odien los tabloides más que a una novia real desagradecida es a una novia real desagradecida que ni siquiera quiere vivir en el Reino Unido», concluye The New York Times en su análisis sobre por qué Meghan Markle y el príncipe Harry han decidido dar un paso atrás y dejar de formar parte de la familia real.

The Daily Mail también publicó que la obsesión de Meghan Markle llevó al príncipe Harry a enfrentarse a uno de los consejeros más cercanos a la Reina Isabel II al proponer que el problema se podría solucionar con ambientadores que acabasen con el olor que inquietaba a su futura mujer.

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La supuesta propuesta incluía unos pequeños aparatos que desprendieran un agradable olor antes de que llegaran los invitados. Según los tabloides británicos, el palacio de Buckingham fue tajante al respecto y se negó a instalar los ambientadores. «Estamos ante una mujer joven que no va a aceptar su posición tan fácilmente», publicó The Daily Mail en su análisis del conflicto.

Los duques de Sussex anunciaron, a través de Instagram, que pretenden abandonar gradualmente, durante 2020, las actividades y compromisos públicos relacionados con la monarquía. «Pretendemos dar un paso atrás en nuestro papel de miembros sénior de la familia real y trabajar para ser económicamente independientes, a la vez que continuará nuestro pleno apoyo a su majestad. (…) Planeamos equilibrar nuestro tiempo entre el Reino Unido y América del Norte y seguir cumpliendo con nuestros deberes respecto a la reina, la Commonwealth [Comunidad de Naciones] y las organizaciones de nuestro patronazgo. Este equilibrio geográfico nos permitirá educar a nuestro hijo en el aprecio a la tradición real en la que nació, a la vez que aportará espacio a nuestra familia para enfocarnos en un nuevo capítulo [de su vida]», dice el comunicado. (E)