El príncipe Carlos, heredero de la corona británica, y su esposa Camila llegaron este domingo a La Habana, en la primera visita oficial de un miembro de la familia real británica a la isla socialista.

A su llegada al aeropuerto internacional de La Habana hacia las 17:00 locales (21:00 GMT), a bordo de un avión de La Real Fuerza Aérea británica, Carlos, que vestía un traje gris claro, y Camila, duquesa de Cornualles, fueron recibidos por la vicecanciller cubana, Ana Teresita González.

El primogénito de la reina Isabel II arriba a Cuba como parte de un recorrido por el Caribe, en momentos de tensiones entre La Habana y Washington. La pareja real permanecerá en la isla hasta el miércoles.

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En la primera actividad de su agenda oficial, y la única prevista para este domingo, Carlos depositará flores ante el monumento al héroe nacional de Cuba, José Martí, en la Plaza de la Revolución.

La pareja real será invitada de honor el lunes en una cena oficial ofrecida por el presidente Miguel Díaz-Canel, quien sucedió en abril de 2018 a Raúl Castro. Ese día también recorrerá el centro histórico de La Habana.

No está prevista ninguna entrevista con Castro, que encabeza el gobernante Partido Comunista de Cuba (único).

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El martes, el príncipe Carlos, que es gran partidario de causas medioambientales, visitará una estación de energía solar financiada, entre otros, por fondos británicos, que debe comenzar a funcionar en diciembre y se convertirá en la más grande del Caribe.

Asimismo, asistirá a un espectáculo de ballet en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

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Antes de viajar el miércoles a las Islas Caimán, Carlos recorrerá el Centro de Inmunología Molecular, uno de los emblemas de la biotecnología en la isla.

Al anunciar en febrero el viaje, Clarence House, la residencia oficial de Carlos, dijo que se realizaba "a solicitud del gobierno británico" y que permitiría "realzar (su) creciente relación bilateral" y sus "vínculos culturales".

Cuba, sometida a un embargo estadounidense desde 1962, necesita de socios extranjeros, mientras que Washington amenaza con aplicar a partir de mediados de abril el Capítulo III de la Ley Helms-Burton de 1996.

Esta norma teóricamente permitiría, especialmente a los exiliados cubanos, demandar en las cortes federales de Estados Unidos a compañías que obtuvieron ganancias a través de firmas nacionalizadas después de la revolución. (I)

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