“Este pasado miércoles 13 de marzo, Guayaquil se prestaba a recibir en el estadio Modelo Alberto Spencer a Luis Miguel, quien continúa con la segunda etapa de su gira, México por Siempre, recorriendo el centro y sur de nuestro continente.

Cuando la fecha del concierto fue anunciada en noviembre del año pasado, algunos alzamos las cejas: escenario al aire libre, en pleno invierno. Pero bueno, la empresa organizadora, So High Events, no tenía control sobre el calendario del artista: era marzo o nada, y el alto costo de traer a Luis Miguel demandaba un escenario con el aforo suficiente para recuperar la inversión, así que decidieron correr el riesgo de apelar a que la gente acuda a ver al divo a pesar de la presencia inminente de la lluvia.

Y el público no defraudó. Según fuentes oficiales, más de 18.000 espectadores acudimos a la cita. Poco antes de las ocho de la noche trataba de abrirme paso entre la multitud en la explanada del estadio para buscar la puerta que correspondía al ingreso a mi sección –tribuna–. La lluvia, que terminaría robando el protagonismo de la noche, comenzaba a aparecer.

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Mi primera sorpresa fue darme cuenta que, cuando la lluvia se transformó en diluvio, no iba a haber forma de cómo evitar empaparse. El agua que caía torrencial, ayudada por el viento, lo hacía de forma lateral haciendo estéril la protección del paraguas.

No puedo criticar a los organizadores del evento por las incomodidades hasta ubicar los asientos. Esto es un efecto colateral normal, cuando se acude a un evento masivo, peor aún bajo condiciones climáticas como las de esa noche, las cuales progresivamente fueron decreciendo mientras se esperaba con ansias la aparición del artista.

Pero luego de casi dos horas de espera y de haber aguantado –literalmente– el temporal, se produjo la desagradable segunda sorpresa de la noche, cuando se anunció la cancelación del espectáculo. Cuando muchos sentíamos que lo peor había pasado, porque ya había dejado de llover. Metafóricamente hablando, esperábamos que después de la tormenta, el Sol haga su aparición.

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Pero no lo hizo. Técnicamente, el motivo principal fue “riesgo de descarga eléctrica provisto por los generadores dado estado de inundación general del escenario, lo cual resultaba un riesgo inminente para el público general”.

Juan Carlos Carmigniani, apoderado general de So High Events, había declarado unos días antes haber diseñado el show previendo que iba a llover, pero aun así el espectáculo tuvo que ser cancelado por razones técnicas. Al día siguiente dio cara a las críticas ofreciendo reprogramar el espectáculo o, en caso de que no sea compatible con el calendario de Luis Miguel, la devolución del valor de las entradas.

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Es difícil prever la calidad de un show bajo las condiciones del miércoles. Algunos días después del fiasco, con más calma, debo aceptar que si hay un culpable del malestar vivido esa noche no es otro que la lluvia. (O)