"Es aberrante, no me lo creo", dijo  un miembro lejano de la familia de la francesa Jeanne Calment, cuyo récord de longevidad está siendo cuestionado por investigadores rusos.

"Siempre he oído a mi abuela hablar de la desgracia de Jeanne de perder a su única hija Yvonne, y luego a su nieto que era médico (...). Esta teoría me parece totalmente aberrante", dijo Martine, prima segunda de Jeanne Calment, que quiere permanecer en el anonimato.

Jeanne Calment tiene el récord mundial de longevidad de hombres y mujeres. Oficialmente falleció a los 122 años y 164 días pero ese récord ha sido cuestionado recientemente por investigadores rusos.

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Después de haber analizado durante meses biografías, entrevistas, fotos así como los archivos de Arles, la ciudad del sur de Francia donde vivió, aseguran que la hija de Jeanne Calment, Yvonne, tomó la identidad de su madre y que es ella la que murió en 1997, a los 99 años.

"Nunca oí hablar de ese tipo de cosas en la familia. Nunca, nunca se nos ocurrió", dijo indignada Martine, de 68 años, que también vive cerca de Arles.

La mujer descartó además exhumar el cuerpo de Jeanne Calment para una posible prueba de ADN: "No se molesta a la gente así, hay que dejar las personas en paz cuando están enterradas".

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"¿Cuál es el objetivo de estos gerontólogos? ¿Qué buscan? No lo entiendo", se pregunta Martine, que prefiere conservar el recuerdo de una abuela "chispeante, viva y muy divertida".

Nikolai Zak, miembro de la Sociedad de Naturalistas de la Universidad de Moscú, publicó recientemente su estudio "Jeanne Calment: the secret of longevity" en ResearchGate, una red internacional para investigadores y científicos.

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Denunciado como un texto tendencioso por sus detractores, el documento fue considerado como creíble por algunos científicos implicados en los registros de longevidad.

El investigador estima que en 1934 no fue la hija única de Jeanne Calment, Yvonne, la que murió de pleuresía, como dice la versión oficial, sino la propia Jeanne Calment. Yvonne habría tomado la identidad de su madre, lo que le permitiría evitar entonces el pago de los derechos de sucesión. (I)