<strong>Antonio José de Sucre</strong>Sucre, el brillante estratega militar y héroe de nuestra independencia, a pesar de las ocupaciones de la guerra, tuvo dos hijas en nuestro país.La primera de ellas cuando se encontraba acantonado en Guayaquil entre los años 1821 y 1822, tuvo una relación con Tomasa Bravo, con quien procreó a Simona, nació en abril de 1822. El nombre fue en homenaje al libertador Simón Bolívar.A pesar de estar en plena campaña militar, Sucre manifestaría su preocupación por su hija al enterarse de la muerte de Tomasa en 1825, ante esto escribiría una carta desde Bolivia al coronel Vicente Aguirre a quien le solicita que se haga cargo de la niña y cubra todos sus gastos. "Abuso de la amistad de usted, para rogarle que me haga llevar esta niñita a Quito y la ponga en una casa en que la críen y la eduquen con mucha delicadeza y decencia, la enseñen cuanto se pueda a una niña y en fin, me la haga tratar tan bien como espero de usted”, dijo Sucre en la carta.Luego de su triunfo en Pichincha el militar venezolano conoce a Mariana Carcelén, marquesa de Solanda, de 17 años, con quien se casa el 20 de abril de 1828.En julio de 1829 nació Teresa, hermana quiteña de Simona, quien para entonces ya tendría 7 años. Pero Teresa murió a los 2 años, al caer accidentalmente –algo que se ha cuestionado– del balcón de su casa, ya cuando el heroico padre de ambas no estaba: había sido asesinado en Berruecos, en junio de 1830.Sucre escribiría a Bolívar sobre la buena nueva en una carta donde eufórico que decía ''tendrá esta carta el principal objeto de participarle que mi mujer ha parido el 10 de este mes. La ofrecemos a ud. con el candor de nuestra amistad, como una amiguita cuyas primeras palabras serán las de gratitud al redentor de Colombia'.En 1830 en medio de la vorágine de la lucha política le diría al Libertador '' haré pues con su excelencia cuanto pueda por Quito, esa es la tierra de mi corazón, y la patria de mi mujer y de mi hija que son mis dos más caros objetos''.<strong>Abraham Lincoln</strong>Considerado uno de los mandatarios mas populares de la historia de los Estados Unidos, Lincoln es conocido por su infatigable lucha por la abolición de la esclavitud, uno de los tantos hechos que desencadenó la sangrienta guerra civil en su país, siendo el encargado de dirigir los destinos de la nación.Padre de cuatro hijos, los avatares de la política y la guerra le causaron problemas en el seno de su familia, pero aún así nunca se despreocupó de su cuidado y de inculcarles los mejores valores. Se cuenta que un día preocupado por el rendimiento en la escuela de su hijo Robert Tod Lincoln, decidió escribirle una carta a su profesor que decía entre varios extractos:<strong>Estimado profesor:</strong>Mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos, no todos son verdaderos, pero por favor decirle que para cada villano hay un héroe, que para cada egoísta, también hay un líder dedicado.Enséñele que para cada enemigo, allí también habrá un amigo. Enséñele que es mejor obtener una moneda ganada con el sudor de su frente que una moneda robada. Enséñele a perder, pero también para aprender a disfrutar de la victoria, háblele de la envidia y sáquelo de ella, dele a conocer la profunda alegría de la sonrisa silenciosa, y a maravillarse con los libros, pero deje que él también aprenda con el cielo, las flores en el campo, las montañas y los valles.Enséñele a creer en sí mismo, incluso si está solo frente a todo el mundo. Enséñele a ser suave con los gentiles y ser duro con los duros, enséñele a nunca entrar en un tren, sólo porque otros entraron.Enséñele a escuchar a todos, pero en la hora de la verdad, decidir solo, enseñarle a reír cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.Trasmítale una fe sublime al creador y fe también en sí mismo, porque sólo entonces puede tener fe en los hombres. Sé que le pido mucho, pero vea lo que puede hacer querido profesor.<strong>Groucho Marx</strong>Groucho Marx es considerado uno de los reyes de la comedia norteamericana, su humor corrosivo y subversivo es ya legendario. Pero detrás de esa figura bonachona y divertida se escondía la personalidad de un padre amoroso, preocupado y severo con sus hijos, Arthur y Miriam.Arthur se enfrentó a su padre cuando siguió la carrera del cine como guionista, tuvo serios inconvenientes con Groucho, escribió varios libros sobre los hermanos Marx, uno de ellos fue Mi vida con Groucho, en el cual el cómico le hizo la vida de cuadros a su hijo, lo revisaba todo, más cuando Arthur quería desmentir el rumor que su padre era un tacaño contumaz. Groucho le escribiría: "'Más te vale que lo logres o te dejaré sin un centavo''.Luego está su relación son Miriam, hija de su primer matrimonio. Groucho la consideraba la niña de sus ojos, amoroso a más no poder con ella, incluso algunas ocasiones la llevaba de gira o al plató de grabación.Cuando tenía que dejarla al cuidado de su madre, antes de comenzar sus actividades el cómico no perdía la oportunidad de escribirle cartas llenas de humor. Al momento de enterarse que ella tenía problemas con el alcohol le escribía con mas periodicidad, dando consejos y sobre todo trasmitiendo alegría en cada esquela. ''Dices que conociste a John en un ascensor, y mi pregunta es: ¿subía o bajaba? Esto es muy importante porque cuando bajamos en un ascensor, siempre tenemos una sensación de vacío en el estómago que a veces puede confundirse con amor. En cambio, si subía, se trata de un caso claro de flechazo a primera vista, y también demuestra que John es un joven en periodo de ascenso. ''. Un toque típicamente de Groucho.También tuvo a su tercera hija, Melinda Marx.<strong>Leopold Mozart, padre de un genio</strong>Nadie en el mundo puede desconocer la obra musical de Wolfgang Amadeus Mozart, un verdadero prodigio de la música clásica.Leopold era músico al servicio del príncipe de Salzburgo, cuando descubrió que su hijo tenia dotes musicales precoces decidió apoyarlo. Desde ese momento abandonó su cargo en la corte y su carrera musical para dedicarse al cuidado e instrucción de su hijo Wolfgang.Se convirtió en su maestro, mentor, mánager. Se preocupaba de organizarle sus viajes, conciertos y que en cada una de sus obras apareciera su nombre. Se entregó en cuerpo y alma a cuidar de la carrera de su hijo.Tan orgulloso estaba por la genialidad de su hijo que agradecía siempre a Dios por permitir que su hijo naciera en Salzburgo. por eso manifestaría en una carta. ''Debo este acto a Dios Todopoderoso, de otro modo sería la criatura más desagradecida. Y si alguna vez he de tener la obligación de convencer al mundo de este milagro es ahora, cuando la gente está ridiculizando cualquier cosa a la que se llame milagro y negando su existencia. Por eso deben convencerse".<strong>Stanley Kubrick</strong>El nombre del cineasta estadounidense es para el séptimo arte sinónimo de perfección y de intensidad casi maniática. Además de estar rodeado su vida familiar de un halo de misterio. Un director que pocas veces daba entrevistas, que no salía mucho de su casa, era objeto de misterio.Su hija Katarina revelo que su padre no era el ogro ni el ser misterioso que se decía. Para su hija su padre era de lo más normal, un hombre que le encantaba ver TV, leer libros, revisar la programación de la liga de fútbol americano y sobre todo cuidando en todo a sus niñas que era como Kubrick llamaba a sus hijas.Cuenta Katarina que su padre era tan sobreprotector que le impidió salir con un chico hasta que cumplió los 16 años, que era fanático de prepararles sánduches de atún y de cuidar, y jugar con sus perros y gatos.Katarina cuenta como anécdota que a veces llamaban por teléfono a su casa y contestaba su padre, al escucharlo le preguntaban ¿oiga, esta Stanley Kubrick? Cuando decían eso él contestaba ''uy no, acaba de salir.''Su otra hija, Vivian lo recuerda como un obsesionado en el trabajo cuando filmaba, incluso Kubrick le permitió intervenir en cuatro de sus películas en breves apariciones como 2001, Odisea espacial, Barry Lyndon, El resplandor y Nacido para matar.Para sus hijas, Kubrick fue un padre preocupado, amoroso y a veces sobreprotector, alejado de esa imagen que el cine nos ha legado. (I)