Fue un escenario inusual para un artista de su talla. En la zona de parqueos frontal del Centro de Convenciones de Guayaquil, al norte de la ciudad, se levantó una tarima espectacular, con luces y pantallas gigantes (con excelente calidad) que cumplieron su función: permitir que los espectadores de las localidades más lejanas disfrutaran de un concierto que comenzó, a diferencia de muchos en el país, puntual.Con el cabello recogido en una cola pequeña, el rostro un tanto cansado, apareció de traje negro y camisa blanca el mexicano Alejandro Fernández, en medio de las luces de su escenario y acompañado en vivo de nueve músicos y tres coristas, con vestuario en similar color. Su actuación en el puerto principal no pasó desapercibida, entre sus cientos de fans, las primera localidades estaban llenas, las de atrás no lo estaban a su totalidad, hubo también un público selecto entre el que se vio a María Alejandra Vicuña, vicepresidenta del Ecuador, quien entró resguardada pero a pie, al recinto del concierto.Estuve, No sé olvidar, Se me va la voz, Enséñame, Qué voy a hacer con mi amor, Qué lastima, fueron los primeros temas con los que apareció en escena y que además levantaron de sus sillas a sus fanáticas, que aunque en su mayoría asistieron en pareja, cuando El Potrillo cantaba lo más importante para ellas fue capturar el momento en sus teléfonos.Entre canción y canción, Fernández aprovechaba para secar su rostro y beber agua, en medio de las rosas rojas que las mujeres más cercanas a la tarima le lanzaban.Rompiendo Fronteras, título de su décimonoveno álbum de estudio (lanzado en febrero del 2017) dio nombre también a su concierto, un espectáculo que sirvió además para celebrar sus 25 años de trayectoria musical, una carrera resumida en más de dos horas de concierto, en las que el artista mexicano demostró su maestría vocal, con una voz y presentación impecables, en la que cada registro no solo se ejecutó a la perfección sino que también logró cautivar a su audiencia.Aunque la mayoría del show transcurrió sin novedad para gran parte de los espectadores, algunos se quejaron de la desorganización en las localidades ya que no se respetaron las sillas numeradas y tuvieron que ver de pie el show, para la prensa tampoco fue una labor fácil."Nos hubiera gustado y mucho disfrutar de este show pero sentadas en nuestras sillas que compramos con nuestros boletos pero que al final no respetaron pese a que nos quejamos a quien resguardaba este espacio", señaló una mujer de edad madura, que asistió junto a dos amigas.Con efectivos de seguridad privada desplegados en todas las localidades, en reiteradas ocasiones, los reporteros, fotógrafos y periodistas, fueron escoltados para no moverse de la zona a la que fueron asignados (al fondo, junto a la consola máster de sonido).Hoy tengo ganas de ti, tema que cuando es estrenó en su momento lo interpretó junto a la cantante Christina Aguilera, mantuvo el ambiente romántico en el estacionamiento, en medio de la venta de cervezas, colas, aguas, hamburguesas, habas con limón y sal entre otros piqueos rápidos que ofrecieron en charoles varios comerciantes autorizados.Casi alrededor de las 22:00, el intérprete de Canta Corazón salió del escenario entregando la posta a 11 mariachis, parte de su gira, que acompañados de sus instrumentos musicales, hicieron sentir al público como en una verdadera fiesta mexicana. Tres canciones después, apareció con su traje de charro para cantar Guadalajara, Jalisco y México, Mátalas, La Gloria eres tú, Si he sabido amor, Me cansé de rogarle, Mujeres Divinas, Es la mujer, también se cantaron a viva voz en el concierto.Las veces que interactuó con su público, Fernández recordó que no visitaba el país desde hacía casi una década y prometió, dijo, que disfrutarían cada una de las canciones.Elena Reinoso también vivió el concierto con mucha emoción. Desde Loja, junto a su esposo aseguró que el espectáculo valió la pena las horas del viaje y la compra de entradas desde enero. "Ha cantado casi todo lo que me gusta", decía Reinoso, con cintillo grabado con el nombre de Fernández.El sonido de los equipos también cumplió. Fue nítido, no tuvo problemas técnicos, ni desperfectos que afectaran su actuación que no solo gustó a los que estuvieron dentro del recinto sino también a los que por falta de presupuesto o tiempo para comprar entradas, se apostaron en la avenida de las Américas (la localidad del pueblo), y aprovecharon el concierto y lo gozaron.En el conocido portazo, como se le dice en el argot popular, sentados en los baldes de camionetas, en la vereda, en el parterre de la avenida, desde la parada de la metrovía, e incluso en los árboles (para poder grabar mejor), la avenida de las Américas también convocó a sus fans. El sonido fue tan bueno que desde afuera parecía estar sentado frente al escenario. Lo disfrutaron igual, porque la nitidez de la pantalla gigante vertical que daba a la calle permitió ver al artista en todo su esplendor. Alejandro Fernández no solo 'rompió fronteras' con su show sino que cumplió de largo con su público, pese al incansable y molesto resguardo para los periodistas, que nos llevó a salir del estacionamiento antes que acabara el espectáculo. (E)