La humillación al prójimo, "muy característica de los españoles", según el director Jaime Rosales, transmite su filme "Petra", presentado este jueves en Cannes y protagonizado por la ascendiente Bárbara Lennie.

"Es un filme de una belleza inusual. No se entiende que no forme parte de la competición oficial" por la Palma de Oro, dijo de "Petra" Édouard Waintrop, delegado general de la Quincena de Realizadores, sección independiente del Festival de Cannes que seleccionó el último trabajo de Rosales ("La soledad", "Sueño y silencio").

Bárbara Lennie, en Cannes por partida doble al haber actuado además en "Todos lo saben", en liza en la máxima competición, encarna a Petra, una joven artista que en su desesperada búsqueda por saber quién es su progenitor, entra en una familia adinerada que reside en el campo y vive mortificada por la figura maquiavélica del padre.

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Este villano, incapaz de soportar la felicidad del prójimo, forzará el destino fatídico de sus allegados.

En esta tragedia griega hablada en español y catalán, rodada a caballo entre la Sierra de Madrid y la campiña de la provincia de Gerona (noreste), actúan además Marisa Paredes y Álex Brendemühl.

A lo largo de la cinta, Rosales empuja más allá de los límites soportables la crueldad de la humillación, "algo que no se da tanto en otros países como en España", dijo a la AFP.

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"A los extranjeros, sobre todo a los anglosajones, les sorprende que cuando vivimos un conflicto y llega el momento de la reconciliación, surja una necesidad de un bando de humillar al otro".

"Si vamos a hacer las paces, que sean verdaderas", defiende.

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No es fortuito que uno de los protagonistas, Lucas (Brendemühl), sea un fotógrafo trabajando en las fosas comunes de las víctimas del franquismo.

"Este era incluso un pilar de la película cuando empecé, pero al final quedó como algo periférico". "Es que tenemos mucha dificultad en resolver nuestros problemas del pasado", insiste.

En "Petra", Rosales, un director volcado en sus obras anteriores en gran medida a la estética, hace saltar por los aires el tiempo, seccionando en capítulos desordenados la trama y anunciando al espectador lo que vendrá.

"Busqué un híbrido entre el cine clásico -con actores conocidos y elementos de suspense- y el moderno, que me fascina, con intérpretes no profesionales y utilizando la cámara y la música de manera no convencional", dijo.

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El resultado fue recibido con aplausos del público, dejando a Rosales con una agradable sensación de alivio tras cuatro años de trabajo: "Es lo que más me importa, cómo va a ser la acogida del público".

El espectador -asegura- "es muy difícil de contentar, en Cannes y en cualquier otra parte". (E)