The Man Who Stole Banksy es un documental que se estrenó, el viernes, en el Festival de Cine de Tribeca de Nueva York. Narra una historia que mezcla el arte callejero con la avaricia y la política en Oriente Medio.

La película sobre la retirada y venta de un grafiti en un muro de cemento, obra del artista anónimo británico Banksy, en la ciudad de Belén, también sirve para poner cara humana a una zona castigada por la violencia, dijo Marco Proserpio, director de la cinta. “La mayoría de las cosas que he visto sobre Palestina les caracteriza como víctimas, como si no fueran seres humanos”.

Banksy, que trabaja en secreto y cuya obra ha alcanzado sumas de seis cifras en una subasta, viajó a Cisjordania en 2007 y pintó seis imágenes en el lugar de nacimiento de Jesús.

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El filme se centra en un trabajo –un burro pintado con aerosol negro cuyos documentos son revisados por un soldado israelí, en un giro irónico a las estrictas medidas de seguridad del Estado judío– y en cómo desapareció de su muro de cemento.

La cinta, narrada por el roquero Iggy Pop, se sumerge en cuestiones sobre propiedad, robo y venta de arte callejero, cuyos creadores podrían no llegar a ver nunca un penique cuando sus obras públicas acaban en manos privadas. (I)