Ojo por ojo, diente por diente: Tadej Pogacar se tomó una revancha sobre Jonas Vingegaard este jueves en la subida a Cauterets-Cambasque para devolver con brillo la emoción al Tour de Francia.

Sin duda el Tour no está decidido. La debilidad mostrada por Pogacar el miércoles en las rampas de Marie Blanque, donde cedió 1 minuto y 4 segundos respecto a su rival hizo temer en algunos una fácil segunda victoria consecutiva en la Grande Boucle para el danés Vingegaard.

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Pero sin apenas tiempo para digerirlo, en la primera llegada en alto de este Tour, Pogacar reanimó el tan esperado duelo de esta 110.ª edición de la carrera más prestigiosa del mundo, y que vivirá nuevos episodios en los Alpes.

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En un formidable mano a mano durante una segunda etapa en los Pirineos tan palpitante como la primera, el esloveno dejó atrás al danés cuando restaban 2,7 kilómetros para meta, en la última ascensión del día hacia Cambasque.

Yo no diría que es una revancha, estoy contento de haber ganado hoy. Está bien ganar y recortar un poco de tiempo”, afirmó Pogacar.

Tomando rápidamente unos metros de ventaja, se lanzó hacia su décima victoria de etapa en el Tour, con sólo 24 años, recortando 28 segundos a su rival.

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El esloveno no ocultó su “gran alegría” ni su “alivio” después de haber superado la línea de meta con una reverencia teatral ante la presencia del presidente francés Emmanuel Macron.

“Corrí de forma inteligente, la forma mejora día a día, estoy supercontento”, añadió Pogacar, quien cuenta con 25 segundos de retraso en la general sobre Vingegaard, nuevo maillot amarillo.

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Un año después de su amarillo en París, el danés volvió a enfundarse la preciada túnica que el australiano Jai Hindley, vencedor la víspera en Laruns, sólo vistió durante una etapa.

“Estoy muy feliz de estar de nuevo de amarillo, me encanta el color, es el mayor símbolo de nuestro deporte”, comentó Vingegaard, quien no parecía decepcionado y que reconoció con deportividad la superioridad de su rival al final.

Por detrás de los dos ogros, las diferencias en la general se acentúan. Tercero, Hindley queda a 1 minuto y 34 segundos, delante de Simon Yates, a 3:14.

Y es que si lo ocurrido el miércoles pudo sembrar la duda, la etapa de Cauterets-Cambasque confirmó el abismo entre los dos favoritos y el resto del pelotón.

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Cuando Vingegaard, después de un brutal trabajo de desgaste de su equipo Jumbo-Visma, atacó en el Tourmalet, la penúltima subida del día, sólo Pogacar logró seguirlo.

Tras pasar a rueda el alto, los dos favoritos encontraron en el descenso hacia Luz-Saint-Sauveur a los supervivientes de la escapada del día, en la que figuraba de nuevo Wout Van Aert.

Una vez más impresionante, el belga, compañero de lujo de Vingegaard, hizo de locomotora para el pequeño grupo de ocho corredores hasta dos tercios de la última subida.

Y cuando todo parecía a favor del danés, con Pogacar sin la ayuda de su equipo, con un Adam Yates que apenas le pudo brindar apoyo, la estrategia sirvió de poco ante el ataque del esloveno.

Pogacar se sentía tan sobrado de fuerzas que incluso valoró atacar antes en la subida a Cauterets-Cambasque. “En la radio me dijeron que mejor siguiese a Jonas, e hicieron bien”, confesó. “Porque sufrí realmente hasta el final y si hubiese salido antes habría podido explotar. En meta no me quedaba nada”.

Nada... pero lo suficiente relanzar este Tour de Francia. El suspense vuelve a estar en todo lo alto mientras que el pelotón regresará el viernes al llano, a la espera de un nuevo duelo el domingo en el Puy de Dome. (D)