En plena pandemia, con los deportistas puntualmente en los tacos de salida pero sin las alharacas propias de las ocasiones anteriores, los Juegos Olímpicos hicieron un doble quiebro al virus en 2021 al celebrar en Tokio, y sin perjuicio para la salud de los participantes, la edición pendiente de 2020 y al ultimar también los preparativos de la cita invernal de Pekín 2022 que se inaugurará el 4 de febrero.

Sin posibilidad alguna de que los Juegos de Pekín se suspendan, “no importa lo que pase” con el COVID-19 según el Comité Olímpico Internacional (COI), la atención se ha trasladado de los test de antígenos al boicot diplomático decretado por varios países, entre ellos Estados Unidos, en protesta por la situación de los derechos humanos en el gigante asiático.

También planeará sobre los Juegos de Invierno el misterio en torno a la tenista china Peng Shuai, que denunció haber sufrido abusos sexuales por parte de un exviceprimer ministro y luego se desdijo. Entre una cosa y otra desapareció del mapa, mantuvo una videoconferencia con el presidente del COI, Thomas Bach, y protagonizó alguna reaparición pública sospechosa de ser una componenda.

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Nada nuevo. Pocos Juegos Olímpicos han sido ajenos a la intromisión de la política, como ya se vio en agosto en Tokio durante el incidente en el que se vio envuelta la atleta bielorrusa Krystina Tsimanouskaya.

Tras competir sin suerte en las series clasificatorias de los 100 metros lisos, la velocista pidió protección a la policía del aeropuerto tokiota de Haneda alegando que oficiales de su delegación intentaban hacerla regresar a la fuerza a su país.

Crítica con el régimen de Alexandr Lukashenko, cuyo hijo Viktor preside el comité olímpico bielorruso, Tsimanouskaya temía represalias y acabó exiliada en Polonia.

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Fue este uno de los pocos sobresaltos que se vivió durante los Juegos de Tokio, aplazados un año debido a la pandemia y que se disputaron con el 90 % de los participantes inmunizados gracias al envío por parte del COI de decena de miles de vacunas a todos los comités nacionales.

Durante los Juegos se llevaron a cabo cerca de 600.000 test y solo un 0,02 % resultó positivo. La burbuja dibujada en torno a los Juegos, disputados por primera vez sin público, surtió efecto y convirtió a la familia olímpica en “la comunidad más testada, más vacunada y sometida a las medidas preventivas más estrictas del mundo”, aseguró Thomas Bach.

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Con contadas excepciones, los deportistas refrenaron sus ganas de celebrar sus éxitos o consolarse de sus fracasos y cumplieron con la prohibición de deambular por las calles tokiotas y organizar fiestas en la Villa Olímpica. Las pocas infracciones conocidas, como la de los dos judocas georgianos que salieron a hacer turismo a la Torre de Tokio, fueron castigadas con la expulsión.

La fórmula será replicada en Pekín 2022, con ligeras variaciones. El público local podrá entrar en los estadios, pero la burbuja será aun más estricta e incluirá al personal trabajador y de servicios, al que en Tokio se responsabilizó de la mayoría de los casos detectados.

Los participantes extranjeros estarán vigilados desde el momento en que pongan un pie en el avión rumbo a Tokio: París, Singapur, Tokio y Hong Kong son las únicas ciudades en las que sus vuelos podrán hacer escala.

Tras el telón dorado de los Juegos, el engranaje olímpico sigue rodando con la mirada puesta en el futuro.

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Durante este 2021 que termina se desvelaron los primeros detalles de la majestuosa ceremonia de inauguración a lo largo del rio Sena que París prevé para los Juegos de 2024; se acordó el programa deportivo básico para Los Ángeles 2028, en el que se mantendrán el surf, la escalada y el skate; y se concedieron los Juegos de 2032 a la ciudad australiana de Brisbane, tras una negociación directa con el COI, sin guerra de candidaturas con otras aspirantes.

Tres deportes terminan el año con su porvenir olímpico en entredicho. El boxeo, por la falta de transparencia financiera y administrativa de su federación (AIBA) y por la escasa fiabilidad de su sistema de arbitraje. La halterofilia, por la eterna situación de interinidad en la presidencia de la IWF y por el dopaje. Y el pentatlón moderno, por la indefinición de su programa deportivo (se suprimirá la hípica en beneficio de otra disciplina) y por sus dificultades para atraer a una audiencia joven y universal.

La FIFA añadió una preocupación más al COI con sus planes de una Copa del Mundo bianual. El organismo con sede en Lausana continuará “monitorizando” los movimientos de su vecino de Zúrich y Thomas Bach ha asegurado que considerarían “las consecuencias” que el nuevo calendario tendría en los Juegos. Las otras federaciones ya han pedido a la de fútbol que consulte con todas las partes que se verían afectadas. (D)