En 1988, cuando Ecuador aún no tenía historia mundialista y acumulaba frustraciones deportivas, un técnico europeo aceptó un reto que pocos habrían tomado: transformar a una selección resignada en un equipo competitivo. Su nombre, Dušan Drašković, se convertiría en el punto de partida del cambio más profundo en el fútbol ecuatoriano.
Hoy, a días del sorteo del Mundial 2026 —que se realizará este viernes 5 de diciembre—, el legado del montenegrino vuelve a sentirse. La Tri, clasificada y a la espera de conocer a sus rivales, es heredera directa del proceso que él inició hace 37 años, cuando aterrizó en Quito decidido a cambiar desde la preparación física hasta la mentalidad del jugador ecuatoriano.
“Yo venía de trabajar con jóvenes y con selecciones europeas, y cuando vi a los futbolistas ecuatorianos por primera vez, me di cuenta de que tenían algo que no era común: una diversidad impresionante de perfiles, una personalidad aguerrida, de lucha, y un físico impecable”, contó Drašković con ese tono pausado que lo caracteriza.
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El entrenador montenegrino aterrizó en Quito el 5 de marzo de 1988. A los pocos días, ya estaba al frente del combinado nacional, cambiando no solo las rutinas de entrenamiento, sino también la mentalidad de una selección históricamente subestimada.
“Muchos me preguntaban por qué Ecuador. Y yo siempre decía: porque aquí hay potencial, hay hambre y, sobre todo, hay gente buena”, comentó con una sonrisa nostálgica. “Me enamoré del país, de su gente cálida, amable… Enseguida sentí que este lugar podía ser mi hogar”.
Pero su llegada no fue casual. Drašković reconoce que hubo una persona clave para que este proyecto tomara forma: Carlos Coello Martínez, entonces presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol.
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“Carlos Coello fue un visionario. Sin él, yo no habría venido. Me dio libertad total para trabajar, para implementar métodos que usábamos en Yugoslavia, que eran innovadores en ese momento. Le debo mucho”, afirmó con firmeza. Coello falleció el 18 de julio pasado, y Drašković lo recuerda con admiración y afecto.
Durante su mandato al frente de la selección ecuatoriana, el europeo transformó la manera de entrenar: introdujo ejercicios de pliometría, rutinas integrales, sesiones tácticas intensas, y promovió el trabajo psicológico, algo inédito en el fútbol local de ese entonces. Además, recorrió el país buscando talentos y capacitó a cientos de entrenadores.
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Aunque han pasado más de tres décadas desde su salida de la Selección, Drašković sigue vinculado emocionalmente al fútbol nacional.
“Ver a Ecuador en los mundiales, ver a jugadores en las mejores ligas del mundo, es una alegría inmensa. Me siento orgulloso. Aquellos primeros años fueron duros, pero llenos de esperanza. Sembramos una semilla”, dijo, mirando al cielo.
Dušan Drašković no solo fue un técnico. Fue arquitecto de un cambio. Hoy, mientras camina lentamente por el jardín de su hogar, el país que adoptó como suyo lo sigue recordando como uno de los grandes impulsores del fútbol moderno en Ecuador. (D)























