Cargado de emotividad por los permanentes recuerdos al que fuera su jugador, el portugués Diogo Jota, fallecido en julio pasado en un accidente automovilístico, exigido por su condición de campeón y robustecido con los refuerzos incorporados para su plantel, el Liverpool inició la defensa de su corona con una victoria agónica, a dos minutos del final, firmada por el italiano Federico Chiesa, un jugador aparentemente irrelevante en la plantilla de Arne Slot que ejerció de salvador en el momento menos esperado.