De la ilusión de volver a un Mundial 2026 al golpe de realidad. El Salvador está inmerso en un mar de dudas. Cuartos en el grupo A, incluso el repechaje se antoja complicado a una Selecta que hasta hace nada se postulaba a sorpresa. La apuesta por el Bolillo parece haber salido cara. Ahora la pregunta se hace casi inevitable: ¿fue un error la salida de David Dóniga? De momento, la respuesta parece un rotundo ‘sí’.

Los datos no pueden ser más contundentes: El Salvador ha perdido parte de su identidad. En la Copa Oro hicieron una actuación que dejó tocada la moral del equipo, especialmente por no haber visto puerta. A lo que se atesoraba como un preludio de lo que estaba por venir le llegó un ciego “ojos que no ven”. El resultado ya es conocido.

La Selecta suma seis derrotas desde el nombramiento del técnico, a punto de ser también eliminados de entrar al Mundial, a falta de dos jornadas por disputarse. “Surinam, Panamá y Guatemala son favoritos para clasificar. No dependen de nadie. Nosotros, por ejemplo, si sacáramos los 6 puntos, igual dependeríamos de los otros resultados”, llegó a reconocer el técnico.

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Las comparativas son odiosas, pero llegan por sí solas. Con David Dóniga al frente, la Selecta vivió sus mejores resultados en esta década. No solo por romper la racha negativa de partidos sin ganar -dos años sin conocer victoria-, sino por la forma de lograrlo, clasificación a esa misma Copa Oro y ascenso a la Liga A de la Nations League incluidas.

La salida del español, criticada por muchos y en el ojo por la forma en la que pasó -injerencia política-, desencadenó un regreso a la tónica del pasado. El Salvador está al borde del precipicio. Sin un estilo claro y dando volantazos, el Mundial es ya una quimera.