Han pasado ya 16 años desde que Paraguay alcanzó su punto más alto en la historia de los mundiales: los cuartos de final en Sudáfrica 2010. Aquel equipo dirigido por Gerardo Tata Martino quedó grabado en la memoria de los aficionados guaraníes no solo por el resultado, sino por el temple de sus figuras, que hicieron soñar al país con estar entre los cuatro mejores del planeta.

Justo Villar, el capitán bajo los tres palos

El arquero fue uno de los símbolos de la selección. Sus atajadas ante Italia en el debut y sus reflejos frente a Japón en octavos de final fueron claves para sostener la ilusión paraguaya. Villar, capitán y líder, consolidó en Sudáfrica una carrera marcada por la seguridad y el carácter.

Roque Santa Cruz, la carta de gol

Llegaba como la gran figura ofensiva. Aunque no tuvo la contundencia esperada, su presencia en ataque fue determinante. Santa Cruz era el hombre de jerarquía internacional, con experiencia en la Premier League y en Champions, y supo arrastrar marcas para abrir espacios a sus compañeros. Sigue activo.

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Foto: Nathalia Aguilar

Óscar Tacuara Cardozo, el héroe y la cruz

Su nombre está inevitablemente ligado a aquel penal que le detuvo Iker Casillas en cuartos de final. Sin embargo, fue también el artífice de la clasificación histórica, anotando el lanzamiento definitivo en la tanda contra Japón. Cardozo fue símbolo de la esperanza y, a la vez, del dolor de una generación.

Nelson Haedo Valdez, garra pura

El delantero encarnó como pocos el espíritu guaraní. Su despliegue, su lucha y su sacrificio lo convirtieron en ídolo. En cada balón dividido, Haedo transmitía la sensación de que Paraguay podía competirle de igual a igual a cualquier rival, incluso a la campeona del mundo, España.

Cristian Riveros y Enrique Vera, equilibrio en el medio

Ambos volantes fueron el sostén de un equipo que defendía con orden y atacaba con verticalidad. Riveros, con su llegada al área, y Vera, que fue al Mundial como jugador de Liga de Quito, con su despliegue físico, completaban el triángulo en la mitad de la cancha junto con Jonathan Santana, dando balance a un esquema que priorizaba la disciplina táctica.

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Paraguay se marchó del torneo con la frente en alto tras caer 1-0 ante la España de Vicente del Bosque, que más tarde levantaría la copa.

Aquella selección, con Villar, Santa Cruz, Cardozo, Haedo Valdez, Riveros y compañía, dejó una huella imborrable. Dieciséis años después, bajo la dirección técnica del argentino Gustavo Alfaro, la Albirroja volverá a disputar una cita mundialista. (D)