Iba a escribir del espeluznante y bochornoso episodio ocurrido en el juego Independiente y Universidad de Chile por la Copa Sudamericana, para expresar mi repudio y el de los hinchas de todos los clubes del continente, de todos quienes amamos el fútbol. Luego dije no, que hablen los jerarcas, que se hagan cargo la Conmebol y los presidentes de asociaciones, que son los responsables de organizar el torneo. Para eso se meten ahí y se convierten en millonarios que viajan en primera clase con sus familias y asisten a congresos y copas del mundo y otros torneos en lugares vip con chefs internacionales que les sirven platos exclusivos en los entretiempos y tienen choferes esperándolos al bajar del estadio en autos de lujo para devolverlos a sus hoteles siete estrellas. Que ellos desciendan al llano y asuman alguna vez los desastres de los barrabravas y discutan con la policía y palpen lo que es manejar un club, conseguir los recursos para mantenerlo, contentar a los futbolistas, a los técnicos, a los hinchas, enfrentar a los medios, dar seguridad, confort, diagramar un operativo para un evento con 50.000 o 60.000 aficionados. O que sepan derivar.