Hace ya mucho tiempo Humberto Montalván y Roberto Frydson, del club Bancentral, me invitaron a una mañana deportiva en las instalaciones de esa entidad, en Durán. Esa visita me produjo un deslumbramiento, no solo por su elegancia del sitio, sino también por la calidad de las instalaciones deportivas: piscina, gimnasio, canchas de varios deportes, camerinos, todo era de primera. En eso irrumpió ese cataclismo moral e institucional al que llamaron Revolución Ciudadana.

El presidente Rafael Correa creyó que los empleados y trabajadores de las entidades públicas no tenían ningún derecho al esparcimiento y al regocijo fuera de las horas de trabajo y dispuso la reversión al Ejecutivo de los centros que pertenecían al Banco Central, Banco de la Vivienda, IESS, etc. Algunas se destruyeron, pero las instalaciones de Durán se salvaron porque el Comité Olímpico Ecuatoriano las pidió para crear un Centro de Alto Rendimiento.

Visité ese lugar por segunda vez, en la presidencia de Danilo Carrera en el COE, y pude constatar que había mucho celo en el mantenimiento de los escenarios deportivos. Se había implementado un departamento médico en el que fui atendido por dos excelentes especialistas en medicina del deporte: Rafael Santelices y Mario León, quien había retornado después de laborar más de una década en Alemania. Con ellos fui al edificio que servía de concentración; amplio, elegante y bien provisto. Conversé con atletas que entrenaban allí y todo era reconocimiento a la preocupación directiva.

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Pero está visto que la Revolución Ciudadana hacía muy bien todo el mal posible. Con base en una ley que radicaba en el Ejecutivo el gobierno del deporte, un improvisado ministro, nombrado después de actuar en una cancha y proferir contra un árbitro las más soeces expresiones (muy al tono de su presidente), descargó una feroz caballería sobre todas las instituciones deportivas. En su oficina se gestó la creación de la Empresa de Centros de Alto Rendimiento (EAR-CP), en septiembre del 2015. Cinco de esos centros fueron a parar a manos de burócratas despreocupados, negligentes e ineptos. En ese momento empezó la debacle y el lanzamiento a la basura de una inversión estatal millonaria.

EL UNIVERSO advirtió desde 2016 la subutilización de los centros y su entonces incipiente destrucción. El escándalo provocado por declaraciones de atletas durante los últimos Juegos Olímpicos sobre el escaso apoyo estatal, el uso poco transparente de fondos asignados y falta de escenarios adecuados para entrenar llevó a Ecuavisa a emitir una serie sobre la destrucción de los Centros de Alto Rendimiento de Durán (Guayas), Macas (Morona Santiago), Cuenca (Azuay), Carpuela (Imbabura), y Rioverde (Esmeraldas).

¿Qué son los Centros de Alto Rendimiento? Son instalaciones deportivas muy completas y profesionalizadas donde deportistas de alto nivel, ya sea individualmente o en equipo, se preparan, sobre todo, de cara a competiciones internacionales. Surgieron en España a raíz de los JJ. OO. de Barcelona 1992. En nuestro país esto fue tierra fértil para las ilusiones de los deportistas, entrenadores y dirigentes de buena fe. Para los que detentaron el poder fue eficaz instrumento de ideologización de la sociedad.

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¿Hubo estudios técnicos serios sobre localización geográfica de los centros, sus instalaciones deportivas, el número de posibles usuarios, administración, financiamiento, dotación de personal especializado en entrenamiento, preparación física, atención médica, psicológica y nutricional? Nada de esto existió. Todo fue concebido desde el perfil de la propaganda. Cinco ‘Refinerías del Pacífico’ (el mismo criterio de derroche antitécnico) diseminadas en el país. La inversión del Estado en la construcción y equipamiento de los cinco CEAR fue de $ 246 millones, según publicó el periódico El Ciudadano, en mayo del 2017, en el balance de los diez años de gobierno de Rafael Correa.

La serie de Ecuavisa ha permitido ver lo que solo constaba en notas escritas y fotografías: Piscinas con aguas pútridas construidas en sitios donde nunca hubo un nadador; diamantes de béisbol donde nunca han visto este deporte ni en la televisión; pistas atléticas mal instaladas y a las que faltan medidas para servir en competencias; implementos médicos abandonados donde jamás llegaron galenos, etc.

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¿Quiénes fueron y son los responsables de esta destrucción por negligencia de los CEAR? El primero fue inaugurado en diciembre del 2012, siendo ministro de Deportes José Francisco Cevallos. Cuando Correa decidió crear la Empresa de Centros de Alto Rendimiento, con Cevallos de ministro, ya se habían inaugurado los de Macas, Carpuela y Cuenca. Condujeron la Empresa el presidente de su directorio, el ministro del Deporte (luego la secretaria nacional del Deporte) y el titular de la Secretaría Técnica de la Juventud (nadie sabe qué hizo en sus afortunados años burocráticos) como delegado del presidente de la República. Los ministros responsables son Cevallos, Catalina Ontaneda Vivar, Xavier Enderica Cevallos, Karen Pamela Morcillo y Andrea Sotomayor Andrade. Ellos fueron miembros del directorio de la EAR-CP que fue enviada a liquidación por el presidente Lenín Moreno por considerar su existencia onerosa e inútil. ¿Quién provocó el fin de los Centros de Alto Rendimiento? A principios de junio del 2019, producidas las victorias de los ciclistas ecuatorianos Richard Carapaz (Giro de Italia), Jefferson Cepeda (Vuelta a Navarra) y Alexander Cepeda (sub-23 la Vuelta Antioquia), el presidente Lenín Moreno reveló su visión en torno al deporte ecuatoriano: “En el Gobierno anterior se hicieron cinco centros de alto rendimiento a los que casi nadie asiste. En Estados Unidos solo hay dos centros de alto rendimiento y siempre ganan las olimpiadas; en cambio, nosotros no traemos una medalla nunca”. Ese peregrino criterio había sido inoculado en el pensamiento presidencial por su asesora, la secretaria nacional del Deporte, Andrea Sotomayor.

En mayo pasado un periodista le envió un tuit a la aún funcionaria inquiriendo sobre la situación de los centros. Su respuesta fue: “Los Centros de Alto Rendimiento en el país se construyeron sin visión técnica, mucho menos funcional y sin pensar en la situación a nivel deportivo del país. Bien dice nuestro presidente Moreno, en tiempo de bonanza no se debió haber invertido en cinco Centros de Alto Rendimiento (con sobreprecios) cuando en Estados Unidos con una población que supera los 327 millones de ciudadanos ha invertido en tan solo dos Centros de Alto Rendimiento y si se trata de hablar de medallas olímpicas ellos se ubican segundos en el medallero general”. Una cita inoportuna, pues ya tenía dos años como ministra/secretaria del Deporte e igual tiempo dirigiendo la EAR-AP. Además, falsa, pues en Estados Unidos existen catorce Centros de Alto Rendimiento, aparte de las completas y técnicas instalaciones en un centenar de universidades. A todo este drama agréguele usted la destrucción de la piscina del Centro Cívico y tiene un deprimente panorama de negligencia en la destrucción de bienes del Estado, construidos con dinero nuestro, sobre el que no han tomado ninguna acción la Contraloría y la Fiscalía, pese a constituir un delito. ¿Qué hará el Gobierno ante la denuncia de Ecuavisa? ¿Será cierto que terminó ya el Ecuador de la impunidad? Usted tiene la palabra, presidente Guillermo Lasso. (O)