“Lo están peloteando”, dicen dos vendedores de seguros; hablan de su jefe y se refieren a que está siendo sometido a intensas presiones desde el directorio. O “le inclinaron la cancha”, para una situación análoga. “Hay que enfriar el partido”, busca dilatar un ministro acerca de una espinosa situación que amenaza convertirse en crisis. A su lado, el jefe de gabinete propone algo más sibilino: “Tiremos la pelota afuera”. Significa eludir responsabilidades, endosarle la culpa a otros. Un abogado laboralista le transmitía confianza a su representado acerca de una querella contra una empresa poderosa: “Quédese tranquilo, a esta editorial le hice cien juicios, nunca me cruzaron la mitad de la cancha”. Un estudiante sale de dar examen y el compañero que entra, temeroso, le pregunta si es difícil. La respuesta: “Lo hacés de taquito”. Significa que es muy fácil. El genial Roberto Fontanarrosa, refiriéndose a cómo sobrellevaba su grave dolencia, acuñó una imperdible: “Dos líneas de cuatro y a tirarla para arriba” (resistir como se pueda, sin elegancia). Para describir el amor de los argentinos por su club más que por su selección, el humorista y escritor decía “Central es como mi vieja, la Selección es como mi tía”.

Jamás, como hoy, el fútbol había ocupado un sitial tan alto en el devenir cotidiano de cientos de millones de personas. El balón entra sin pedir permiso en el corazón de los pueblos y entre otros hábitos ha instalado un manantial de frases extraídas del juego que describen situaciones. O más que eso, las ilustran con gracia y perfección. Como el lunfardo o el guaraní, el lenguaje futbolero es muy metafórico, no nombra, grafica. Veamos algunas de estas felices figuras…

“Arrancó perdiendo 1 a 0″ (comienzo desafortunado en una reunión).

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“Un penal sobre la hora” (solución providencial de último momento).

“La novia le sacó tarjeta roja” (lo dejó).

“Le marcaron la cancha” (le pusieron límites).

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“Lo tienen contra los palos” (le quitaron poder y amenazan despedirlo).

“Está con amarilla” (quedar en capilla en el trabajo, con la esposa).

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“Se le fue el partido de las manos” (no supo controlar la situación).

“Es un golazo” (algo bien logrado, un gran acierto).

“Estar en la jugada” (atento, encima de un tema).

“Es Pelé” (como adjetivo, un fenómeno).

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“¿Quién se cree que es, Maradona…?” (por alguien que se envaneció).

“Se agrandó Chacarita” (aquel que echó buenas o que se da demasiada importancia).

“Abrir el juego” (participar a otros).

“Lo salvó el silbato” (zafó en el último segundo).

“Salió con los tapones de punta” (le hizo una crítica despiadada).

“Lo marca hombre a hombre” (la esposa que sigue muy de cerca a su marido).

“La sacó del estadio” (una jugada magistral, una gran idea).

“Con salir 0 a 0 ya es negocio” (ponerse una meta modesta frente a grandes dificultades).

Jogo bonito” (algo hecho con estilo y elegancia).

“De puntín” (de cualquier manera).

“Pegó en el palo” (peligro conjurado por milagro).

“Abrirse de piernas” (eludir una responsabilidad y que se haga cargo otro).

“Perdió por goleada” (alguien que elevó un petitorio y le denegaron todas sus propuestas).

“Meter pierna” (luchar con todo).

“Le tira centros a la cabeza” (periodista que hace preguntas para lucimiento de su entrevistado).

“Es un volante tapón” (un artista sin luces, un periodista voluntarioso, pero sin brillo).

“Perdimos 5 a 0, pero merecimos el empate (ironía para decir que nos fue muy mal y que no hay nada que objetar).

“La pelota está en campo de ellos” (ya fijamos nuestra posición, toca responder a la otra parte).

“Ahora la pelota la manejamos nosotros” (tenemos el control de la situación).

La crónica deportiva, sobre todo de los relatores radiales, muchos de ellos fantasiosos e hiperbólicos, pero chispeantes, alimenta este diccionario de la pelota. Y agrega términos, frases y apodos a toda velocidad y según lo determine el juego. Entre el hincha, el periodista, el técnico y los jugadores se va construyendo esta nomenclatura del ingenio.

“Marcar a presión” o “respirar en la nuca” (controlar de cerca el accionar de alguien).

“Saca bien, ordena la defensa, pero no tapa una” (falla en lo esencial, como ciertos arqueros).

“Hay que sudar la camiseta” (es necesario esforzarse, trabajar más).

“Embarrar la cancha” (complicar, ensuciar una contienda política).

“Abrazo de gol” (muy afectuoso, efusivo).

“Se tiró de palomita” (aceptar algo de muy buena gana).

“No le pidan que cabecee” (no le pidan demasiado porque no lo hará).

“La salvó sobre la línea” (conjurar una situación de riesgo).

“Sacarse la camiseta” (ser justo, imparcial).

“Tiene más títulos que el Real Madrid” (referido a un currículum brillante).

“Le pega con los tobillos” (muy torpe en su trabajo).

“Un zaguero incorruptible” (la suegra, ese granítico obstáculo).

“Mucho toquecito, pero no define” (el pretendiente que da vueltas y no se declara).

“Un marcador tenaz” (esos sujetos a los que es difícil sacarse de encima).

“Vive en posición adelantada” (que incurre habitualmente en situaciones indebidas).

“Pierde 3 a 0 y está en tiempo de descuento” (ya no tiene nada más que hacer).

“Toco y me voy” (una pasada rasante para hacer acto de presencia, y luego desaparecer).

“Hay arrugue de barrera” (se achicó).

“Colgar los botines” (la hora del adiós).

“Lo tienen contra los palos” (está siendo cuestionado).

“La rompió”, “la gastó”, “la descosió” (alguien que hizo un discurso magnífico o tuvo una buena actuación en algo; viene de “romper” la pelota).

“Se la mandó al ángulo” (respuesta oportuna y contundente).

“Éramos muy visitantes” (ambiente o situación desventajosa en una negociación).

“Está más cómodo que 7 a 0″ (tiene solvencia económica).

“Por amor a la camiseta” (hacer algo gratis o por vocación).

“Lo va a conseguir el día del arquero” (nunca).

“Pim, pum, pam y adentro” (simplificar, actuar rápido y concretar).

“La mandó a la tribuna” (hacer algo sin miramientos ni pudor).

“Le faltó entrar a cabecear” (referido a un juez que fue muy parcial en algún caso).

Hay, también, una amplia terminología que el fútbol le presta a la cotidianeidad, vocablos deliciosos como “tribunero”, por demagogo; “calesitero”, por vueltero, o “gallinear”, ya convertido en verbo, que obviamente alude a “arrugar”, achicar, temer, y su sinónimo “pechear”, derivado de “pecho frío”. O “aguante”, devenido de “hacerle el aguante” al equipo, sostenerlo, alentarlo. “Coronar”, aplicado al amor, “campeonar”, verbo surgido del sustantivo campeón, también utilizado como adjetivo: “¿Cómo vas, campeón…?”. “Banderazo”, manifestación masiva de apoyo; “vestuario”, en alusión a grupo humano.

El fútbol es una metáfora permanente de la vida. (O)