A partir de este año, cada 2 de junio se celebra en todos los estadios de las Grandes Ligas el Día de Lou Gehrig, en homenaje a la brillante y extraordinaria carrera del beisbolista de los Yankees de Nueva York. Fue un 2 de junio cuando Gehrig se ganó la titularidad de la primera base de los neoyorquinos y nadie se imaginó que se iniciaba una de las trayectorias más rutilantes del béisbol profesional, pero que además una de las que tuvo un final inesperado y doloroso.

Fueron 17 temporadas con alto promedio general de bateo de .340, ocho campañas con 120 o más carreras impulsadas. En un partido disparó cuatro jonrones, ganó la Serie Mundial seis veces, fue escogido en siete ocasiones para ir al Juego de Estrellas, dos ocasiones fue designado Jugador Más Valioso y fue elegido para el Salón de la Fama.

Junto con Babe Ruth fue la pareja más temida y conformaron la famosa alineación de 1927, que al juzgar por los números es considerado el mejor equipo de todos los tiempos. En 1934 conquistó la triple corona, hazaña muy difícil de conseguir, en una misma temporada al ganar los títulos de mejor bateador, con 363 de promedio; mayor impulsor de carreras, con 165; y líder de cuadrangulares, con 48.

Publicidad

En 1938 sus números decayeron por primera vez. En un partido tuvo dificultades para recoger un batazo rodado por su posición. Al año siguiente solo disputó ocho compromisos con promedio bajo de bateo de .143. Además, Gehrig corría las bases con muchas complicaciones. Después de varios encuentros de bajo rendimiento, producto de dolores en las piernas y debilidad en el resto del cuerpo, en un partido de visita a los Tigres de Detroit, el 13 de junio de 1939, le pidió a su mánager que lo sacara de la titularidad. Su solicitud fue aceptada, pero expresó que cuando estuviese recuperado volvería a la formación.

Como capitán entregó la formación del equipo en la que no estaba su nombre y el locutor del estadio anunció: “Damas y caballeros, esta es la primera vez en 2.130 partidos consecutivos que el nombre de Lou Gehrig no aparece en la alineación”. Este récord de partidos jugados de manera seguida duró 56 años y fue superado por Cal Ripken Jr., de los Orioles de Baltimore.

Luego de rigurosos exámenes médicos se estableció que el llamado Caballo de Hierro padecía de esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa que afecta las células nerviosas en el cerebro y hace perder la habilidad para caminar, hablar, comer y al final dejar de respirar. Gehrig estaba en terribles problemas de salud y con muy mal pronóstico que hacía presumir un desenlace fatal.

Publicidad

Su club le organizó un homenaje el 4 de julio de 1939 y 60.808 asistentes fueron testigos de una ceremonia que aún se recuerda; le entregaron palabras de aliento y placas. Cuando todo parecía que el programa terminaba, el pelotero, con pasos lentos, se acercó al micrófono y con las manos en los bolsillos de atrás expresó las frases más famosos y vibrantes del deporte profesional para decir: “Durante las dos últimas semanas han leído de un golpe de mala suerte, pero hoy me considero el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra porque he estado en los estadios de béisbol por 17 años y solo he recibido amabilidad y apoyo por parte de los aficionados”.

Se dedicó Gehrig a realizar obras sociales y apoyar la investigación de esta cruel enfermedad que se la empezó a llamar con el nombre del jugador (el mal de Lou Gehrig). Su camiseta número 4 fue retirada. La afectación avanzó muy rápido y falleció el 2 de junio de 1941, a los 37 años.

Publicidad

Los Yankees han tenido beisbolistas excepcionales como Ruth y su poder, Mickey Mantle y su explosión, la contundencia de Roger Maris, la efectividad de Joe DiMaggio, pero Gehrig fue la suma de todos y sin los problemas médicos habría registrado cifras extraordinarias e insuperables. La decisión de homenajearlo, aunque después de tanto tiempo, es un acto de estricta justicia en las Grandes Ligas. (O)