Se ha transformado en un clásico moderno, pelean cabeza a cabeza cada campeonato, tienen a los dos mejores entrenadores del mundo y lo demuestran en todos los duelos, intensísimos, espectaculares, sea la instancia que sea. Liverpool y Manchester City aceleran el pulso del fútbol. El City le birló dos ligas a los Reds por apenas un punto, pero últimamente Klopp tiene a maltraer a Guardiola. Y este sábado volvió a ganarle por 3 a 1 en otra final sin respiro, de ida y vuelta, con ambos volcados al ataque y generando situaciones de gol. Proponen un fútbol sincero Liverpool y City, frontal, limpio, a ver quién es mejor y no más guapo. Nunca hay peleas ni fricciones. La pelota no se va nunca afuera; eso habla del nivel del juego. Que es muy equilibrado. Prevalece el Liverpool últimamente por una cuestión de carácter; se nota en la presión, en cada corrida, salto o trabada. Se le advierte más energía.

Europa arrancó formalmente ayer la temporada 2022-2023 jugando las supercopas de tres países, nada menos que de Inglaterra, Alemania (Bayern-Leipzig) y Francia (Nantes-PSG se miden hoy). Trofeo a partido único donde rivalizan campeón de liga versus ganador de copa. Que en el caso del fútbol inglés se denomina Community Shield o, en su nombre comercial, Carabao Cup, por la bebida energizante tailandesa que patrocina el duelo. Y abrieron el fuego nada menos que los dos capos de la Premier League. Los debuts de Darwin Núñez en el Liverpool y de Erling Haaland y Julián Álvarez en el City duplicaban el interés de la cita. ¿Cuántos goles hará Haaland en un equipo tan ofensivo como el de Guardiola?, se preguntaban todos. ¿Será tan bueno el uruguayo Núñez que lo han pagado 75 millones de euros más 25 en variables…? ¿Y Julián Álvarez, el chico de River, podrá destacar en este nivel…?

Empecemos por lo último: Núñez, que puede ser sensación en Qatar 2022, vale cada centavo que costó. Empezó en el banco, entró en el minuto 59 y mostró su terrible peligrosidad con tres cabezazos. En uno consiguió el penal (mano de Ruben Días) que Salah transformó en el 2 a 1 parcial. En otro anticipó a los defensas y el remate se le fue apenas desviado. Y en el tercero hizo el gol del 3-1 con gran definición. Jugó poco más de media hora, sacudió la red, ganó su primer título en Inglaterra y quedó como la luminaria de la tarde. Más, imposible. Con él, nadie se acordará de la partida de Mané, por magníficos que hayan sido los seis años del senegalés en la ciudad de Los Beatles. Núñez nos remite una vez más al milagro futbolístico uruguayo, un país de 3,4 millones de habitantes que procrea jugadores y técnicos en cantidad y calidad.

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Julián Álvarez, también de estreno oficial, se mostró movedizo, como en River, muy enchufado en el juego colectivo. Marcó el empate parcial del equipo ciudadano. Un APROBADO con mayúsculas. Y, aunque parezca increíble, el fiasco fue Haaland. Sin gol, como perdido en el área, sin participar del toque que siempre propone el City. Apareció poco; le cayó una en el primer tiempo y, aunque encimado, definió al cuerpo del arquero Adrián. Y a los 97′ fue autor del blooper de la final: le quedó un rebote a tres metros de la línea, sin rivales a la vista, con Adrián caído; era soplarla y gol; le pegó mal, la bola le salió alta, pegó en el travesaño y se fue desviada. Por su vigor anímico, cabe creer en él. Además, es apenas un partido, pero quedó la sensación de que el juego de posesión y traslado del City lo ahoga contra la defensa rival; no le quedan espacios. Y un grandote como él los necesita.

El otro sudamericano, Luis Díaz, sumó su tercera corona en el escaso semestre que lleva en el Liverpool, aunque compuso su partido más intrascendente desde que arribó a Liverpool. Apático, sin desnivelar en el uno contra uno, que es su fuerte. No encaró nunca. Klopp lo sigue considerando titular; sin embargo, debe levantar.

Los detractores de Guardiola, alineados incondicionalmente con Klopp, felices. Pero hay que recordar que, de las últimas cinco ediciones de la Premier League, Pep se quedó con cuatro y una sola fue para Klopp. Aunque en este lapso el alemán puede esgrimir una Champions League y el catalán, ninguna. Son tan brillantes como parejos. Lo de Klopp es sencillamente fantástico: luego de una larga travesía en el desierto, el Liverpool encontró en él al redentor. Con este trofeo ya ganó los siete posibles para cualquier club inglés: Premier, Copa Inglesa, Copa de la Liga, Community, Champions League, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. En casi todos, el club de Anfield Road llevaba añares sin conseguirlos. En el caso de la Premier League, tres décadas exactas. Y le quedan cuatro años más de contrato a Jürgen. Habrá más vueltas olímpicas, seguro. En el historial individual entre Klopp y Pep, este fue el encuentro número 25, con 10 triunfos para el de Stuttgart, 8 para el de Cataluña y 7 empates.

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El Liverpool está bien; pasó la prueba inicial de la temporada con nota alta. Su carácter, agresividad e intensidad siguen intactos. No sería extraño que vayan por otro delantero, pues se desprendió de tres: Mané, Minamino y Origi. Y solo llegó Núñez. Le falta uno más por afuera, que pueda hacer las dos bandas. Pero con lo que tiene peleará otra vez todos los frentes.

El City es exactamente al revés de lo que piensan millones: que es un equipo de estrellas. Para nada. Estrella es Kevin De Bruyne; buenos-buenos son João Cancelo y Rodri; Haaland sigue siendo una promesa grande; los demás son buenos-normales. Hay mejor funcionamiento que intérpretes. Lo que le da competitividad es el sistema, la preparación de élite que garantiza Guardiola, no las individualidades. Seguimos pensando que Pep no es el mejor ojeador del mercado. Ya no lo era en el Barcelona. Haber pagado 117,5 millones de euros por Grealish puede que con el tiempo sea considerado un disparate importante. Y haber dejado ir a Gabriel Jesús, otro. El brasileño se despachó ayer con un triplete en el 6-0 del Arsenal al Sevilla. Partido amistoso, vale aclararlo, aunque ahora hasta los amistosos se juegan a fondo. No sería descabellado que Guardiola salga de compras y contrate a alguien más. Alguien con desequilibrio individual en tres cuartos de cancha. Con esta dotación le da para aspirar a la Premier; para lo internacional deja dudas.

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Una vez más, el VAR estuvo fantástico. El juez Craig Pawson no había dado penal al Liverpool tras una mano clamorosa del portugués Días; la cabina lo corrigió oportunamente. Y había anulado el gol de Julián Álvarez por offside; la tecnología demostró que estaba habilitado. Bien utilizada, con criterio y decencia, es la mejor herramienta que se aplicó al fútbol en un siglo. (O)