La escena fue bastante simpática: al finalizar el primer tiempo, los jugadores de Independiente del Valle rodearon al árbitro Luis Quiroz y protestaron airadamente. Le reclamaban más minutos de adición que los tres que había dado. Y tenían razón, entre la lesión de Joao Rojas y la expulsión de Cabeza era para cuatro o cinco, hasta seis. Pero la imagen no deja de ser graciosa: ¡Independiente del Valle quejándose al réferi…! Todos los hinchas de fútbol del mundo, jugadores y directivos sueñan jugar una final y que el juez los dirija como Luis Quiroz a Independiente del Valle: toda falta o posible falta a favor, concedida puntualmente; en todas las del rival, siga siga… Amable con el local, severísimo con el visitante. Implacable, diríamos. El arbitraje perfecto. ¡Qué lindo que te dirijan siempre así…!

¿Emelec perdió por el árbitro…? No, perdió porque el rival marcó dos goles más. Fue muy contundente Independiente, tuvo exactamente cinco llegadas claras y marcó tres goles. Y contamos como llegada el centro que derivó en el penal convertido por Sornoza, que no era una jugada de riesgo sino un rechazo pifiado de Barceló. La cuarta fue la del minuto 19, la mejor de las cinco, cuando aún estaban 0 a 0: brillante pared de Chávez con Bauman, devolución de taco, el carrilero se internó y sacó un zurdazo que Ortiz mandó al córner con esfuerzo. Y la quinta, un contraataque en que se fue solo Sornoza y la tiró increíblemente afuera, aunque el estado del campo le hizo perder pie. Podría incluirse también un remate cruzado desde afuera de Hurtado, por derecha, que se fue desviado allá por el segundo palo.

Es posible que, visualmente, diera la impresión de que el equipo de Renato Paiva fuera una aplanadora, pero en concreto llegó muy poquito en relación a la tremenda efectividad que tuvo. Y sus tres goles nacieron de tres centros: el primero y el tercero, de Hurtado a Sornoza; el segundo, el córner del penal. Pero sí logró Independiente establecer una superioridad táctica, física (la altura juega su rol también) y sobre todo anímica. Mostró mejor actitud para encarar el partido. La línea defensiva emelecista de cinco hombres resultó un error, como suele pasar, porque los dos que ofician de carrileros (en este caso Romario Caicedo y Bryan Carabalí) asumen el chip ofensivo y se desentienden de marcar o de bajar en todas las acciones, como sí debe hacer un marcador de punta. Y pasó que había grandes espacios descubiertos. En el primer gol de Sornoza (preciosa definición), Leguizamón tenía 30 metros de ancho para cubrir él solo, y eso es imposible. El gol del descuento al minuto 99 deja abierta la serie y da una esperanza a Emelec, aunque tiene dos bajas sensibles en ataque: Rojas y Cabeza.

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Lo que se robó la noche fue la polémica, las acciones revisadas y las que no por el VAR. Quiroz y la cabina dejaron injustamente a Emelec con diez a los 39 minutos. Cabeza pisó al arquero Ramírez, sí, pero hay grandes atenuantes. Es un choque no intencional en una jugada rapidísima, en la que el delantero viene en velocidad y forcejeando con un zaguero, cuando se encuentra con la salida del uno; en la carrera, al apoyar su pie se encuentra con el de Ramírez. No había forma de esquivarlo. “Roddy Zambrano dice que, aunque no haya mala intención, si el jugador ve que puede lastimar al rival debe levantar el pie”, cuenta Andrés Guschmer, periodista de prestigio. Evidentemente, Roddy Zambrano no miró bien la jugada. ¿Cómo hacía Cabeza para levantar el pie…? Es como decirle a un paracaidista: “Hijo, si tu estás cayendo sobre un cactus, vuelve a elevarte”. Es algo imposible y se dio todo en una fracción de segundo. Con una amarilla estaba perfecto.

Luego, la inflexibilidad en la mano de Barceló para el penal, una mano finita, chiquita, casual, que Quiroz se apuró a sancionar y otra vez el VAR, una suerte de rigurosísimo politburó soviético, dictaminó penal. O mejor dicho ¡¡¡PENAAAAALLLLL…!!! Lo tapa Pedro Ortiz sin tener al menos un pie apoyado sobre la línea y otra vez el comisariato interviene y determina que se ejecute de nuevo. Bien, porque, aunque mínimamente, el arquero se había adelantado. Y enseguida actúa una vez más el Soviet Supremo para convalidar el gol de Bauman. Otra vez acertadamente, pues no había fuera de juego de Sornoza en el cabezazo.

Sin embargo, hubo dos acciones muy dudosas en que el rígido tribunal pasó de largo, estarían sirviéndose unos sandwichitos. Una fue un manotazo de Bauman a Arroyo que quedó impune, ni tarjeta, y que debió ser observado y penalizado. Incluso podía ser roja. La otra, un centro alto en que el arquero Ramírez salió a cortar con fuerza desmedida y dio un golpe fuertísimo a Barceló que venía entrando. Y se advirtió cierta malicia de Ramírez. Pudo ser penal. El VAR seguía con los sándwiches y la Coca. Aparte, siempre está a mano la ignorante frase “el área es del arquero”. Como si dentro de ella no tuviera límites. Que lleve un revólver…

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Siempre lo decimos, el VAR es maravilloso, pero bien utilizado. Y no lo fue. Pasó el sábado también en el clásico alemán Borussia Dortmund 2 - Bayern Munich 3. El colegiado, apoyado por el VAR, sancionó un penal idéntico al de Barceló (mano casual de Hummels al rechazar de cabeza) y fue el gol del triunfo marcado por Lewandowski. Pero antes hubo un penal claro a Marco Reus que el silbato ignoró. Erling Haaland, a punto de estallar, contó: “Le pregunté por qué entonces no se revisó la falta sobre Reus y me dijo que no era necesario. Mejor que no siga hablando…” Y el joven Jude Bellingham subió el tono: “¿Cómo es posible que pongan para un partido como este a un árbitro que estuvo envuelto en un caso de soborno…?” Efectivamente, Felix Zwayer se vio implicado en un suceso grave de amaño de partidos en 2005 y estuvo suspendido seis meses. Si ganaba el Dortmund (y ese penal no concedido podía darle la victoria), asaltaba el liderato. Ganó el Bayern.

Es público y todos lo saben, Emelec ha osado enfrentarse al sistema. Y el sistema te penaliza, mostrándote lo que te pasa cuando te pones rebelde. Los árbitros siempre ayudan al poder. Y acá quedó una vez más demostrado. (O)