“Si se hiciera una lista con los diez mejores futbolistas de la historia seguramente podría llenarse solo con brasileños y argentinos”, nos dice Danilo, colombiano, hiperfutbolero, amigo. ¿Será…? Lo elucubramos y sí, es posible, Brasil aportaría más, sin duda, ha tenido fenómenos en abundancia. Argentina podría incluir tres en esa nómina, aunque estarían en los puestos altos: Messi, Maradona y Di Stéfano. Si armáramos un combinado entre ambos sería diferente, de arquero entraría Ubaldo Fillol, fabuloso, al nivel de Casillas como los dos mayores evitadores de goles.

Y en defensa quizás ganaría un puesto Passarella, un comisario que haría empequeñecer al mismo Sergio Ramos con la mirada. Pero solo aparecerían integrando un once. En una lista de diez monstruos, seis o siete serían de Brasil: Pelé, Ronaldo, Ronaldinho, Romário, Garrincha, Zico. Esos, fijos, y el séptimo tal vez Tostão, Jairzinho, Rivelino.

Argentina ha tenido menos clase AAA, en cambio procreó cientos de muy buenos que conquistaron todos los mercados futbolísticos. “¿Cuál sería tu selección ideal argentina?”, vuelve Danilo. Bonito ejercicio. No es difícil, apenas hay dudas en un par de puestos. Antes que nada, dos nombres que son dos comodines, infaltables en mi equipo de los sueños por utilidad, técnica, rendimiento, versatilidad y despliegue: Burruchaga y Olarticoechea. Burru fue multifacético: jugó de zaguero, de lateral derecho y en los tres puestos de volante, incluso podía desempeñarse bien como puntero diestro. Tenía una dinámica natural fantástica, corría sin parar 95 minutos, marcaba, creaba y definía de modo notable. No se le conoce un gol errado. Y el Vasco fue extraordinario, con un corazón que equivalía al de los diez compañeros. Empezó como 8, pero jugó de todo. ¿Faltaba el 4? Iba Olarticoechea y era la figura de la cancha. ¿Se lesionó el lateral izquierdo…? Va el Vasco.

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En la final del campeonato de 1981, ante Ferro, Di Stéfano, técnico de River, le confió la banda izquierda y ganaron 1-0 con gol de Olarticoechea. En México 1986 tuvo una salvada milagrosa ante Inglaterra que suponía el empate a dos de los ingleses. Con el brazo derecho contuvo a Lineker, que buscaba empujarla, y con la nuca despejó para atrás la bola que estaba entrando, ya sobre la raya. Hablar del Vasco es emocionarse. Aclaración indispensable: tomo en cuenta el fútbol desde 1966 en adelante; por norma personal, no hablo de lo que no vi. La excepción es Di Stéfano, al que admiré en videos. Pero son tantos los testimonios sobre él que es imposible discutirlo. Atrás quedan José Manuel Moreno, Pedernera, Sastre, De la Mata, Pontoni, Martino, Orsi, Seoane, Tucho Méndez, etcétera. Para nuestros mayores, eran elementos sensacionales. Incluso después de haber debutado Maradona, la gente grande seguía opinando que Moreno o Antonio Sastre habían sido superiores a él. Y se respeta.

Nuestra alineación ideal es con Fillol; Zanetti, Ruggeri, Passarella y Olarticoechea; Di Stéfano, Burruchaga y Maradona; Messi, Batistuta y Kempes. Basamos la escogencia en tres aspectos fundamentales: 1) alta condición técnica, 2) fuerte personalidad y 3) mucho gol. Sin sumar a Passarella, entre los cinco de arriba (Messi, Di Stéfano, Kempes, Maradona y Batistuta, en ese orden) reúnen 2.395 goles. Pese a tantos grandes del arco como Amadeo Carrizo, Rogelio Domínguez, Cejas, Roma, Santoro, Gatti, Marín, Falcioni, Pumpido o Goycochea, el Pato Fillol es indiscutible, y creemos que unánime. Un ganador de reflejos felinos y determinación de asombro. Paraba el viento.

Zanetti sumó 145 presencias con la selección –número increíble– y es una gloria del Inter de Milán, donde fue titular y capitán por 19 temporadas. Bueno en la marca, excelente saliendo con la pelota. A Argentina no le sobran marcadores de punta como para discutirle la titularidad al Pupi. Ruggeri fue un zaguero de aguante y fuerte personalidad, óptimo en el juego aéreo y como líder en el campo y en el vestuario. Sin elegancia, pero muy exitoso. Bicampeón de América y campeón y subcampeón del mundo, de la Libertadores y la Intercontinental, dio vueltas olímpicas con Boca, River, San Lorenzo, Real Madrid, América de México.

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Muchos prefieren a Perfumo en ese sitio, pero a Roberto no brilló nunca en la Selección, desde el juvenil hasta en los mundiales. Passarella era un zaguero casi salvaje, cabeceador infernal, tenía un misil en el pie izquierdo y un poder de gol terrible. Es el segundo defensa más anotador de la historia detrás de Ronald Koeman. Messi, Maradona y Di Stéfano no necesitan explicación. Hay una mesa y cuatro sillas en el cielo del fútbol, en tres están sentados ellos.

El restante es Edson Arantes do Nascimento. Batistuta fue una fuerza de la naturaleza, devastador. Paraba la bola, clavaba la zurda en el piso cual estaca para que no se le acercaran y sacaba el bombazo con derecha que terminaba en gol. Tremendo en el cabezazo también. Y con un carácter ideal para aguantar zagueros duros. Kempes era tan goleador como Bati, aunque poseía más técnica. Y con igual potencia. En carrera era imparable, arremetía contra todos. También a prueba de marcas violentas.

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El jugador número doce sería Ricardo Bochini, genio absoluto del fútbol, que debió ser bicampeón mundial si Menotti no lo hubiera dejado de lado en 1978. Pero en las convocatorias de selección hay que tener suerte o saber convencer a los DT. En inteligencia y genialidad, Bocha está a la altura de Diego o de Leo; simplemente no dispuso de ocasiones para exhibirlo ante el gran público internacional. Jugó apenas 7 minutos frente a Bélgica en el Mundial 1986, insólitamente insuficiente para un talento colosal. Afuera queda otra tonelada de cracks como Sivori (Balón de Oro 1961), Corbatta, Grillo, Houseman (otro genio), Verón, Bianchi, Bertoni, Brindisi, Caniggia, Redondo, Marangoni, Riquelme, Tevez… Y siguen las firmas. (O)