“Desde el momento en que pueden clasificar al Mundial siete equipos sobre diez que participan, ¿no habría que cambiar el sistema de la Eliminatoria…? ¿Buscarle un nuevo atractivo?”, nos pregunta Aurelio Dávila, excelente periodista quiteño. Puede ser, quién sabe. Debería ser algo muy novedoso, sin embargo, difícilmente se cambie. Por varias razones:

  1. Aunque fue criticado con dureza al comienzo (1998), el sistema de todos contra todos tiene un enorme atractivo. Es un auténtico campeonato sudamericano, mucho más apasionante que el Premundial europeo. Lo disfrutamos durante dos años y todos deben enfrentarse entre sí de local y visitante, no hay ventajas para nadie. Hasta 1994 se armaban dos grupos de tres y uno de cuatro equipos. En un mes y medio se consumía la clasificación, no era lindo. Y aparte había polémica por la integración de las zonas, que a veces no parecían equitativas.
  2. Porque las asociaciones no quieren reducir el número de partidos. Los 9 encuentros de local les genera un dinero que les permite financiarse por cuatro años.
  3. Las selecciones grandes saben que, en una disputa de 4 ó 6 partidos pueden recibir una sorpresa, pero en 18 es muy difícil que se les escape el boleto mundialista. Aunque arranquen mal, como Brasil esta vez, luego se reponen.

Lo que habrá que ver es si Argentina, Uruguay y Paraguay, ya clasificados de hecho para el Mundial 2030 como anfitriones de un cotejo, toman parte de la carrera hacia el Mundial. No deberían. En cuyo caso quedarían siete contendientes para 3 cupos y medio. Sin embargo, aquellos tres querrán los millones que dejan los derechos de TV y las taquillas en cada Eliminatoria. Además, les serviría para tener competencia.

“¿Cuáles son los méritos de Beccacece…?”, inquiere a su vez el colega Michael Rosero, también de Quito. De momento, ninguno. Ni mérito ni demérito. Ecuador funciona con piloto automático, todo pasa por sus sensacionales defensores. Ellos resuelven los partidos. Una defensa que ha permitido a los rivales apenas 5 goles en 16 partidos (0,31 por juego). Desde 1998, en que se juega todos contra todos, sólo una vez un equipo recibió 5 tantos en toda la competición, fue Brasil en la clasificatoria anterior. Esto habla de lo extraordinario de la marca. Y ningún rival le anotó dos veces en un cotejo. Ecuador es también el participante con menos derrotas, sólo sucumbió ante Argentina y Brasil, de visitante y por el resultado mínimo. Todo esto habla de lo granítica de su retaguardia.

Sin menospreciar en absoluto el trabajo de Sebastián Beccacece (el técnico siempre sabe más que el periodista) esta selección no la armó él. Diríamos que ni Gustavo Alfaro lo hizo. La armó la naturaleza. Si Félix Torres vive, tiene que jugar, no hay duda posible; si aparece Piero Hincapié, entra; si surge Willian Pacho va a la concentración por su cuenta y se anota como titular en el pizarrón. Lo mismo vale para Estupiñán, Joel Ordóñez y hasta para Angelo Preciado. Estamos hablando de seis elementos del más alto nivel internacional con un rendimiento fabuloso en la Selección. Estos jugadores se ponen solos, no hace falta que los “descubran” ni que un técnico iluminado los convoque. Juegan porque sería un disparate que no estén. Y ellos son los que han aguantado los partidos, quienes los han sacado adelante.

Lo mejor de Beccacece es que no rompió ningún plato. No desmejoró nada. Como dijo Vicente Del Bosque, técnico de la España campeona del mundo en 2010, con enorme humildad: “Mi mérito fue no haber estropeado todo lo bueno que habían hecho antes Luis Aragonés y Pep Guardiola”. Podríamos hablar elogiosamente de la labor del rosarino si Ecuador hubiese evolucionado en su gestión ofensiva, y sobre todo la gestación creativa, su déficit consuetudinario. En 6 de los 10 cotejos dirigidos por el técnico rosarino Ecuador no marcó goles. Ese es el punto débil desde hace tiempo. Y después de un año de Beccacece, lo sigue siendo. Sólo Perú y Chile, los dos últimos de la tabla, tienen menos goles que Ecuador. Si el entrenador logra mejorar ese aspecto, ahí le llegarán las loas.

En cuanto a la creación, tampoco se vislumbra un paso adelante. El cuadro es idéntico: la zaga de acero aguanta el cero y Enner Valencia intentará hacer un gol. Y aunque lo haga nunca ahuyentará la desconfianza sobre su juego. Enner carga con la cruz de ser un producto emelecista, un club sin prensa, o decididamente con muy mala prensa. Si Emelec tuviera el 5% de los favores mediáticos de que goza Independiente Del Valle, Enner ya tendría una estatua en la Casa de la Selección. Lo mismo si hubiese surgido de Barcelona o de Liga. Lleva 46 goles en la Tri siendo él solito “la delantera”. Se las apaña como puede, pesca lo poco que se mueve en esas aguas ofensivas y aun así cumple magníficamente. Pero lo miran de reojo, pese a que nunca tuvo un 10 que le pusiera una bola mano a mano con el arquero. Con Gonzalo Plata y Kendry Páez siempre ha tenido que picar piedras en el área. Jamás le dan un pase de cara al gol. Plata, en 43 cotejos con Ecuador dio 3 asistencias. Y en los últimos tres juegos el equipo quedó en cero. Hay que recordarlo: para hacer gol primero se necesita la situación de gol. Eso es obra de los armadores.

Estar segundo en las posiciones a pesar de semejante anemia ofensiva, y de largar la carrera con tres puntos menos, es un mérito gigante. Lo de Generación Dorada no va. Primero debe conquistar algún torneo para merecer tal apelativo, quizás una Copa América, o hacer algo memorable en un Mundial (¿cuartos de final, semifinal…?) Y porque no todos los integrantes de la Selección son dorados. Por ahora se puede hablar de Defensa de Oro, ese rótulo sí es muy merecido. “Tenemos jugadores para hacer el mejor Mundial de la historia”, declaró Beccacece. Todos coincidimos en eso. Son los mismos nombres que estaban antes de su llegada. Él no sorprendió con las convocatorias, ha llamado a los que ya todo el ambiente futbolístico conocía. No encontró un nombre nuevo que aportara soluciones en el circuito de armado, un abrelatas. Y puede que no haya. Pero tampoco craneó un sistema que permita, con los mismos elementos, llegar más asiduamente a posición de gol. Sea con triangulaciones, movilidad, sorpresa, velocidad, cambio de ritmo, con ataques o contraataques, presionando más arriba para estar cerca de la meta contraria. Puede que de acá al Mundial dé en el clavo.

Estos dos partidos -Paraguay y Argentina- le vienen de perlas al entrenador para seguir ensayando. Ambos rivales son probablemente dos de los tres mejores de la Eliminatoria por lo hecho hasta acá (el otro es el propio Ecuador). Paraguay necesita un punto para viajar directo al Mundial y dejará todo para conseguirlo. Y Argentina nunca está relajada. El futbolista argentino no toma nada amistosamente, sale a ganar siempre. Tiene un prestigio que defender: es el campeón del mundo. Y los jugadores se juegan entrar en la lista de 26 para el año que viene. Tienen que demostrarle a Scaloni. De modo que son dos pruebas exigentes y excelentes para tomar nota, más del debe (el ataque) que del haber (la defensa).

Esta Eliminatoria contendrá un suceso inusual: puede que sea la primera vez que Venezuela acceda a un Mundial. O que vuelva Bolivia después de 31 años. Ambos tienen la chance (sobre todo la Vinotinto) de llegar mediante el repechaje. Como fuere, sería histórico. (O)

Electrocables Barraza

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